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Ni padre, ni madre, ni parientes, ni amigos: hasta el sol le faltaba, el amigo de todos los seres creados. Pasó dos días metido en su cuarto, recorriéndolo de una esquina a otra como un lobo enjaulado, sin probar alimento. La criada, ayudada por una vecina compasiva, consiguió al cabo impedir aquel suicidio: volvió a comer y pasó la vida desde entonces rezando y tocando el piano.

Y fue ansí, que luego otro día salimos por la villa a pedir limosna, y había llovido mucho la noche antes; y porque el día también llovía, y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo había, donde no nos mojamos; mas como la noche se venía y el llover no cesaba, dijóme el ciego: "Lázaro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la noche más cierra, más recia.

Una vuelta más, y el gitano queda estrangulado; en aquel momento el sacerdote le echa un velo a la cara, y cae a sus pies rezando; la multitud aplaude de nuevo y se retira satisfecha. Por la tarde, cuando ya el sol se oculta detrás de la torre de la Aduana, el alcalde volvió al cadalso, donde habían dejado el cuerpo del ajusticiado.

Y sea porque la vista de los guardias le turbase ó no tuviera en gran respeto al santo que iba en semejante compañía, no rezó ni siquiera un requiem æternam. Detras de S. José venían las niñas alumbrando, cubiertas la cabeza con el pañuelo anudado debajo del menton, rezando igualmente el rosario aunque con menos ira que los muchachos.

Esta acostó a Juanito Jacobo, que no había querido separarse de ella y dormía junto a su cuarto; mandó a los criados que se acostaran también, y sola en su alcoba estuvo rezando hasta muy avanzada la noche. Durmiose al fin en su lecho, y en sueños creyó sentir desusado estrépito en la calle y en la casa. Era una pesadilla.

Después de oír varias misas en cada una de estas iglesias, calado el gorro hasta las orejas, y de echar un parrafito con beatos o sacristanes, iba de capilla en capilla rezando diferentes oraciones. Al despedirse, saludaba con la mano a las imágenes, como se saluda a un amigo que está en el balcón, y luego tomaba su agua bendita, fuera gorro, y a la calle.

Dos meses después de tomar éste posesión de su oficio, se hallaba una tarde en el confesonario, rezando por su brevario de bolsillo. En la capillita donde acostumbraba a sentarse no había nadie. Dos mujerucas a quienes había confesado se habían ido ya. De pronto una figura elevada y esbelta tapó a medias la puerta, por donde entraba alguna claridad, no mucha.

Pronto el rumor de la desgracia ocurrida habíase extendido por la ciudad, y las gentes madrugadoras, o sea las sirvientes y las mujeres devotas que salían del templo, la siguieron llorando y rezando en voz alta hasta la puerta de su casa.

Una felicidad hubiera sido entonces, para Adriana, contemplar a las monjas en la media luz del crepúsculo formando hilera detrás de los arcos, con los labios rezando el rosario entre las manos juntas y los ojos perdidos en la visión vaga del esposo celeste.

Sin duda su amo se había desahogado contra después de la primera visita; y desde luego me dijo, cuando yo le hube preguntado por el capellán a grandes gritos, que no se le podía ver, por hallarse rezando. Repliqué que de todos modos le avisase para después que concluyese. Vino diciendo que ni ahora ni después podía recibirme.