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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Además, me constaba también que el viejo Robins me hubiese preferido al otro porque yo era rico, y que la chica habría obedecido a su padre; pero, ¿me entiendes?, se me figuró que estorbaba, como quien dice, de manera que opté por retirarme.
Llegamos a la habitación de don Guillén. No quiso ella pasar delante, y hube de hacerlo yo. Mi intención era dejarla adentro y retirarme discretamente a mis cuarteles. Contra mi propósito, hube de presenciar el principio de la escena, porque se desarrolló súbitamente, y la continuación, porque, a pesar mío, permanecí asido e inmóvil por la expectación.
Ese portento de hermosura habrá caído en las redes de otra persona, que no en las mías. Yo sé lo que me digo exclamó D. Pedro con atronadora voz y basta. Denme licencia para retirarme, que avanza la hora y esta tarde he de embarcarme con la expedición que va al Condado de Niebla a operar contra los franceses. La ociosidad me enfada y deseo hacer algo en bien de la patria oprimida.
Hombre de Dios, ¿necesitaré decir que, convencido desde el principio de la imposibilidad de establecer en el patio un campo atrincherado, tuve que retirarme a esta sala, y apoyar mi centro de retaguardia en aquel armario, para operar con el ala derecha?
El vino de España, que mi tío les había prodigado, debilitó su cerebro, y costole gran trabajo balbucear algunas excusas sobre la escena que acababa de desarrollarse; poco a poco fuese animando, sus ojos se enrojecieron, su andar era menos vacilante, y me dirigió algunas frases galantes y tan expresivas, que consideré prudente retirarme.
Al cabo de unos momentos de silencio uno de los paisanos le preguntó sonriendo: ¿Querías decir un recado á Bartolo? Sí, una palabrita al oído nada más respondió el mozo fijando sus ojos airados en el techo. Nuevo silencio. Todos le contemplan con atención y curiosidad. Si tienes mucha prisa, esta misma noche antes de retirarme pasaré por su casa y se lo diré manifestó con sorna Martinán.
La condesa, por hallarse en presencia de un extraño, no soltó la ira que a borbotones quería escapársele del pecho, al ver en su hijo la obstinada genialidad, que amenazaba echar por tierra todos sus proyectos; mas conociendo yo que aquel volcán necesitaba cumplido desahogo por el cráter de la boca y quizás por el de las manos, juzgué prudente retirarme.
Asombrado de esto, pensé retirarme para buscar fuera; pero Presentación, arrobada y suspensa con la gravedad del Congreso y el hablar de los diputados, me dijo deteniéndome: D. Paco las buscará. Yo he venido aquí para ver esto, Sr. de Araceli. Acompáñeme usted un momento. Mi hermana e Inés pueden parecer cuando quieran. ¿Quién les mandó separarse?
¡Es inútil, señor! ¡Yo voy a retirarme! ¿Sí?..., ¡está bien! ¡Sin embargo, sepa usted que si para dentro de tres días no me entrega dos mil nacionales, me presento a los tribunales y le armo una cuestión que le dé por resultado perder su título cuando menos!
Esto de que me lancen del favor del rey, que me reduzcan á una vida obscura... esto no puede ser, y no será... Quevedo... Quevedo tiene ingenio bastante para dar al traste con toda esta falange de cortesanos hambrientos y miserables... Quevedo me impondrá duras, durísimas condiciones... pero no importa... más vale ceder en secreto ante un solo hombre, que no caer en público combatido por tantos. ¡Oh! creo que debo dar una lección al rey, que debo retirarme... mostrarme enojado; si yo hubiera hablado ya con Quevedo, vería si podía atreverme á presentar al rey mi renuncia del empleo de secretario de Estado universal; pero sin contar con don Francisco, sería una locura.
Palabra del Dia
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