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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Nunca divago, y sobre todo, sobre ese tema; porque sé bien de lo que trato. ¡Canarios! dijo mi tío riendo. Sin embargo, acabas de decirnos que no quieres a nadie. ¡Es cierto! repliqué rápidamente, medio turbada con mi indiscreción. Pero ¿no creéis tío, que la reflexión pueda suplir a la experiencia? ¡Cómo no! ¡Ya lo creo! sobre todo, tratándose de semejante asunto.
El matrimonio entrega una víctima al verdugo murmuró mi tío. ¡Ah! Juno y yo protestamos con la mayor energía. ¿Y quién es la víctima, papá? ¡El hombre, canarios! Pues, peor para los hombres repliqué, que se defiendan. Lo que es yo, estoy decidida a volverme verdugo. Pero ¿a qué quieren venir a parar ustedes, señoritas?
Cuando hayamos orado sobre la tumba de Marta, la resistencia de mi madre o la malevolencia del mundo entero, no tendrán ya por qué inquietarnos. »Ella dejó caer las manos que cubrían su rostro, y, mirándome con ojos dilatados por el espanto, me dijo con voz apenas perceptible: »¿Al cementerio... conmigo? »Sí, contigo repliqué, y en seguida, si lo quieres.
-Decid -le repliqué yo, oyendo lo que me decía-: ¿de qué modo pensáis llenar el vacío de mi temor y reducir a claridad el caos de mi confusión?
Sin duda su amo se había desahogado contra mí después de la primera visita; y desde luego me dijo, cuando yo le hube preguntado por el capellán a grandes gritos, que no se le podía ver, por hallarse rezando. Repliqué que de todos modos le avisase para después que concluyese. Vino diciendo que ni ahora ni después podía recibirme.
No os prometo nada... o más bien, mirad, hablando con franqueza, os prometo hacer justamente todo lo contrario de lo que acabáis de decirme. ¡Esto es una verdadera insubordinación!... Reina, concluiré por enfadarme. Es más que una insubordinación repliqué gravemente, es una revolución. ¡Me va a hacer perder la paciencia y la vida! murmuró el cura.
No veo nada, repliqué. Pues porque no ve V. nada, es por lo que dije que D. Luís no encendía el faro, y el faro, hijo mío, no es más ni menos que un farol que se cuelga en aquella ventana, que como V. ve corresponde con el puerto.
Hombre, vamos a hacer una cosa me dijo él. ¿Qué? Vamos a cambiar de destino y de estado civil. Tú te vas al negrero y te llamas Tristán de Ugarte; yo ... No puede ser repliqué . En el barco en donde yo estoy no te van a tomar con mis papeles y con mi nombre. No importa. Yo no pienso ir a tu barco. Voy a comprar unas tierras en Filipinas, y me gustaría usar tu nombre mejor que el mío.
Cuando le pregunté: «¿Qué haces ahí, Marta?» se estremeció, me miró muy confusa y sólo entonces pareció darse cuenta del lugar en que se encontraba. Ya lo ves: preparo las camas balbució al cabo de un instante. ¿Para quién? pregunté. ¿Acaso no sabes que esperamos una visita? ¿Y eso es lo que te regocija tan terriblemente? repliqué, encogiéndome ligeramente de hombros.
El chico me han dicho que está medio acabao. ¡Vaya un papanatas! ¡Como si por cantar la gallina le dejasen de apretar el gañote! Lo que debe tener un hombre ante todo es dirnidad, mucha dirnidad, y morir como Dios manda, sin dar que decir a la gente. Pero ya ve usted que eso no se puede remediar: unos son valientes y otros cobardes repliqué en tono de mal humor.
Palabra del Dia
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