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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Hace seis meses pasas las noches escribiendo y consumiéndote, llevas una vida de seminarista que ya hizo sus votos o de benedictino que toma baños de ciencia para calmar la carne. Y ¿adonde te ha conducido todo eso? A ninguna parte repliqué. Tanto peor; porque toda decepción prueba, a lo menos, una cosa: que se ha errado en cuanto a los medios de triunfar.

Entonces, ya que eres una santa, recibe tus contrariedades con paciencia, por amor de Dios. ¡Oh, no, a fe mía! le repliqué decididamente. Quiero amar a Dios, pero creo que

Me repuse, sin embargo, al verla más dueña de misma y le hablé lo más sosegadamente que pude de la alarma que me había dado Oliverio. Cuando pronuncié ese nombre me interrumpió. ¿Vendrá? dijo. No lo creo repliqué. Por lo menos en unos cuantos días. Hizo un gesto de desanimación absoluta y los tres caímos en el más penoso silencio.

¡Grande es, en efecto, y hermoso y admirable este espectáculo! repliqué. ¿Grande? repitió el Cura; y volvió a contemplarle en todas direcciones con los brazos extendidos, como si quisiera darme de aquel modo la medida de su magnitud.

Se puso de pie en el acto que me vio, y me saludó con apresuramiento cuando el sirviente anunció mi presencia. Otra vez está de vuelta, señor Greenwood exclamó. ¡Oh, cuánto me alegro! He extrañado mucho no haber sabido nada de usted. ¿Dónde ha estado? En Italia repliqué, sacándome el sobretodo por indicación de ella, y sentándome después a su lado en un silla baja.

Lo recuerdo repliqué, al encontrarse sus hermosos ojos puros con los míos. Recuerdo bien cómo su padre nos dejó completamente confundidos cuando bajó y trajo su libro de cuentas de un banquero, que probaba tener un balance a su favor de cincuenta y cuatro mil libras esterlinas. Después de esto fue para nosotros un misterio más grande que nunca.

Y si supiera quién era yo le hiciera una sátira con tales coplas que le pesara a él y a todos cuantos las vieran de verlas. ¡Miren qué bien le estaría a un hombre lampiño como yo la ermita! ¡O a un hombre vinajeroso y sacristando ser mozo de mulas! Ea, señor, que son grandes pesadumbres esas. -Ya le he dicho a V. Md. -repliqué- que son burlas, y que las oiga como tales.

Es un juego rutinario y mecánico. ¿De dónde sale usted que no lo sabe? Yo repuse ingenuamente: Vengo de Venado-Tuerto. ¡Ah, comprendo! agregó Villalba. ¡En Venado-Tuerto lo jugará hasta el cura! Cierto... Mi amigo lanzó una franca carcajada, diciéndome: ¡Y nos viene usted con la moda de Venado-Tuerto! Nada repliqué, más confuso que fastidiado...

A lo cual repliqué yo que pedir eso, aunque poco, era pedir imposibles, y había que ponerse, para el punto que tratábamos, en la realidad de las cosas. El tiempo no se para añadí , y destruye poco a poco, cuanto vive en él. Esta es la ley fatal de los sucesos humanos.

¡Dispense, dieciséis! repliqué, volviéndome a medias hacia él. Por otra parte, si me vuelves a echar en cara mi juventud, ¡se acabó nuestra camaradería! ¡En nombre del Cielo! dijo él riéndose. Y continuamos nuestra carrera sin decir palabra.

Palabra del Dia

hociquea

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