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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Debajo de aquel vasto pabellon de verdura se destacaban numerosas mesas de diversos tamaños, unas rústicas y extensas, rodeadas de bancos análogos, y otras algo más decentes y pequeñitas, honradas con una cohorte de silletas. En una de las pequeñitas hicimos servir nuestra comida, aprovechándonos del sans façon que reinaba entre los numerosos grupos del patio.
Por todas partes reinaba la agitación confusa, animada, casi febril, que forman el continuo vaivén de los que vuelven de paseo o salen del trabajo con los que no hacen nada, yendo de un lado para otro, como seguros de tropezar alguna vez con la fortuna sin preocuparse de buscarla.
Un silencio profundo reinaba en la finca y, para colmo de tristeza, una lluvia torrencial, que había empezado en Clères, al salir del tren, borraba el horizonte en una bruma gris.
Un nuevo espectáculo se presentó a sus ojos; en la ciudad reinaba el ardor de la defensa; las puertas se encontraban abiertas, y hombres, mujeres y niños iban y venían, corrían de un lado a otro, ayudando a transportar la pólvora y los proyectiles. De vez en cuando se formaban grupos de tres, cuatro o seis personas para comunicarse noticias. ¡Eh, vecino! ¿Qué pasa?
Como criaturas ávidas de aire y de luz para desarrollarse, lanzáronse al bosque las tres, animando con sus gritos e inocentes carcajadas el silencio y la paz que allí reinaba. ¡Virgen del Amparo lo que saltaron, lo que rieron, las diabluras que llevaron a cabo en poco tiempo aquellas loquillas!
En aquel instante mismo, los dos navíos se abordaron. Los tripulantes ingleses que quedaban estaban en los obenques y sobre los empalletados, con el hacha a punto, el puñal entre los dientes, prestos a lanzarse de un brinco sobre el puente del brick. Un gran silencio reinaba a bordo de El Gavilán.
Juanito, contagiado por el ardor de pelea que reinaba en las alturas, sentía tentaciones de gritar que aquello era fastidioso y lo de los cinco mil francos un robo; pero callaba, por miedo a los energúmenos artísticos, y consolábase mirando abajo las rojas filas de butacas, donde se destacaban los lindos sombreros de sus hermanas y la majestuosa capota de mamá.
Sólo el vocerío de una bandada de papagayos rompía el silencio que reinaba en las orillas del río. El ruido de la batalla que habían oído la noche anterior nuestros náufragos, había cesado por completo. Al parecer, los piratas y sus enemigos se habían alejado definitivamente de aquellos lugares.
Ich weiss nicht was soll es bedeuten Dass ich so traurig bin! Cuando el P. Florentino saludó á la pequeña sociedad ya no reinaba el mal humor de las pasadas discusiones.
Por grande que fuera la atención que pusiera en su trabajo, de cuando en cuando volvía la cabeza para dirigir una triste sonrisa a su aya, que, sentada junto a la pared y con los ojos entornados, parecía sumida en sombríos pensamientos. Un silencio completo reinaba en el cuarto; los rayos del sol oblicuos y su débil claridad anunciaban el declinar del día. Marta estaba triste e inquieta.
Palabra del Dia
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