Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 3 de junio de 2025


Porque no estaba seguro de si procedían ustedes de buena fe dijo riéndose con toda franqueza. Me tomaron de sorpresa, y no tenía intención de expandirme prematuramente. ¿Pero nos ha referido usted todo lo que sabe realmente? exclamó Reginaldo. , no nada más replicó. En cuanto a lo que hay en el punto que indica el registro, lo ignoro por completo.

A bordo del Mary Clowle, en el puerto de Amberes. Era marino, como yo. ¿Pero por qué quiere usted saber todo esto? Porque contestó Reginaldo, Burton Blair ha muerto, y su secreto ha sido legado a mi amigo, el señor Gilberto Greenwood, aquí presente.

La viuda no perdió un minuto en ir a su lado, y, a media noche, acompañado por Reginaldo, fui otra vez al hotel, porque quería darle ciertas instrucciones sobre su esposo, recomendándole que se negara a verlo, si llegaba a encontrarla, y también despedirme de ella, pues a las nueve de la mañana siguiente partíamos de Charing Cross, con rumbo a Italia.

Diez TRFARIFJNEINNLS ¡, y yo veo otras palabras en las demás columnas! exclamó Reginaldo, arrebatándome, lleno de agitación, algunas de las cartas que yo tenía, y ayudándome a arreglar las otras filas. Aquellos instantes han sido los más agitados, nerviosos y solemnes de mi vida. El gran secreto que había producido toda su fabulosa riqueza a Burton Blair, iba a quedar revelado para nosotros.

Sin duda alguna, mi escapada de la muerte ha sido la más difícil y terrible que haya un hombre conocido, y después de aquel esfuerzo violento quedé allí parado, sin aliento, jadeante y atontado, hasta que Reginaldo me tomó de un brazo y me sacó de aquella obscura caverna, en medio de un silencio más impresionante que todas las palabras.

Reginaldo y yo nos repetimos varias veces esto mismo, y después, bajo la deliciosa influencia de aquel medio ambiente, llegó el momento de las reflexiones y reminiscencias, hasta que por último se sucedieron esos grandes silencios que se producen entre los amigos, y que son los mejores símbolos de su completa armonía de sentimiento e ideas.

Las manos que me habían aprisionado apretábanme con dedos de acero en la garganta y brazo, y tan repentino fue el ataque, que al principio creí que era una broma de Reginaldo, pues era éste muy amigo de chanzas cuando estaba de buen humor. ¡Dios mío! le gritar un segundo después, al iluminar la oscilante luz de la linterna el rostro de mi asaltante. ¡Es Dawson!

¿Con qué fin te incomodas, cuando pronto vas a mejorar? preguntó Reginaldo filosóficamente. Pero yo permanecí callado, reflexionando en la opinión de sir Carlos Hoare, de que la daga empleada para el crimen frustrado, había sido una vieja arma florentina, envenenada. Este mismo hecho me hacía sospechar que el cobarde atentado llevado contra mi persona, había sido obra de mis enemigos.

La anciana se fue a la cocina para traer vasos, y aprovechando esta circunstancia, Reginaldo se puso de pie, cerró rápidamente la puerta, y, volviéndose a Hales, le dijo en voz baja: Queremos conversar reservadamente con usted unos cinco minutos. ¿Reconoce usted ésto? añadió, sacando la fotografía y poniéndosela por delante al anciano. ¡Es mi casa! exclamó sorprendido. ¿Pero qué hay con eso?

¡Entonces, ha cumplido su amenaza, después de todo! ¡La ha cumplido! Hemos sido unos tontos, Reginaldo... ¡verdaderamente tontos! murmuré. Así parece. Confieso que yo esperaba confiadamente que nos diría la Combinados con una constitución de caballo, porque, si no, haría mucho tiempo que se hubiera muerto. Pero hemos sido engañados... completamente engañados por un moribundo.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando