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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Hacía brusco recodo el angosto pasadizo, y se hallaron de pronto en otra galería, abierta como una boca, donde se internaban los tubos, comidos de orín, gracias a la perenne humedad. Sudaba el techo pálidas y brillantes gotitas de vapor acuoso; a uno y otro lado corría el agua, sobre un lecho de residuos, de fosfatos alcalinos, blancos y farináceos, como nieve recién llovida.

Doblado el recodo que forma la islita, pudimos apreciar las esbeltas y elegantes construcciones de la calzada de San Miguel; construcciones, que de día en día, van perfeccionando, hasta el punto, que vimos una, constituyendo un verdadero palacio á la moderna.

No tuvieron tiempo más que para salvar corriendo la distancia que les separaba de un recodo que el camino hacía. Tomás apareció en seguida con el candil en la mano vomitando injurias. ¡Ah perra, perra! ¿Te has escapado con tu señorito, eh? ¡Ya volverás y nos veremos las caras!

Al principio seguimos un camino, formado por el tránsito de las caravanas, atravesado por enormes losas de mármol arrancadas de la antigua Vía Imperial. Después pasamos el puente de Palitas. Corrimos a la orilla de canales de agua negra; comenzaron a aparecer pomares y aldeas anidadas al pie de una pagoda, y de repente, en un recodo del camino, me paré asombrado. ¡Pekín estaba delante de !

Al expirar el plazo marcado a su impaciencia, Felisa, acompañada de Lorenza, salió a recibir a Manuel hasta legua y media más allá del pueblo, esperándole nerviosa y desasosegada, al caer la tarde, en un recodo del camino.

De lo alto de ellos, algunos marineros nos miraban con curiosidad, y se decían, sonriendo, frases que no llegaban a nuestros oídos. Detrás dejábamos el gran puente de Triana, cuyos ojos se iban achicando lentamente. Pronto salimos del atracadero de los barcos y llegamos al recodo que guarnecen los naranjos del jardín de las Delicias. El río hace una gran ese, revolviendo hacia Triana.

Al doblar el recodo del Hinguibin se entra en la resguardada concha de Laguimanoc, en la que avanzan cual dos vigilantes centinelas las acantiladas y tajadas rocas Bagobinas. Estas se llamaron antiguamente Lauig y Manoc, palabras tagalas que significan aguilucho y gallo.

Ya desde él, al apearse del carruaje, se ve a la entrada de la sala, donde hay un doble recodo para poner dos otomanas, como si hubiese allí ahora un bosquecillo de palmas y flores. En un cuarto dejan las señoras sus abrigos y enseres, y pasan a otro a reparar del viaje sus vestidos o a cambiarlos algunas por los que han enviado de antemano.

Al fin, después que subimos a lo largo de un escarpado peñasco que descendía abruptamente al agua, y hubimos calculado que nos hallábamos a cuatrocientos veinte pasos del viejo puente, dimos vuelta de pronto a un recodo del río y salimos a un espacio en donde éste se ensanchaba, aun cuando siempre se deslizaba a cien pies o más de profundidad, de modo que corría despejado con un ancho de cuarenta yardas, por lo menos, mirando hacia el firmamento.

Primero llegaron mis guías, descargaron las bestias, las aseguraron bien y con las tablas de un cajón de comestibles, al que diéramos fin esa tarde, hicieron un buen fuego. Nos preparábamos a cenar, yo un tanto retirado de los peones, que nunca pudieron vencer su humildad y cenar junto conmigo, a pesar de mi invitación, cuando desembocó por un recodo mi caballero de la ardiente armadura.

Palabra del Dia

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