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Actualizado: 8 de junio de 2025
En fin, para que nada faltase en que el rey interviniera, ponía tasa á lo que á los novios les diese gana de regalar á sus prometidas, marcándoles hasta dónde podían llegar en sus dádivas, diciendo: «por cuanto exceso de joyas y vestidos, y otras cosas que se daban y hacen al tiempo del desposorio... ninguna persona de cualquier estado, calidad y condición que fuere, pueda dar ó diere á su esposa y mujer en joyas y vestidos en causa alguna más que lo que montase la octava parte del dote que de ella recibiese.»
«Soltar mí, soltar mí tú... dijo el ciego estremeciéndose de la cabeza a los pies, cual si recibiese una descarga eléctrica . Mala tú, gañadora tú... matar yo ti».
La señorita Guichard exhaló un suspiro, se propuso hacer pagar después á Fortunato las humillaciones que la dedicaba, y no pudiendo hacer cosa mejor que esperar, esperó. Al cabo de quince días, como no recibiese noticias de su prometido ni oyese hablar de él, perdió la paciencia y se decidió á informarse.
Aunque en el primer momento Adolfo no recibiese bien la noticia, pensándolo mejor, aprobó el proyectado enlace. No tenía ningún tilde serio que oponer a don Mariano.
Rocafort que hasta entonces habia estado dudoso en aceptar lo que por parte de Carlos de Francia le ofrecia Tibaldo de Sipoys, porque el respeto de la casa de Aragon le detenia pero cuando tuvo por cierto que por no haber querido admitir al Infante por el rey Don Fadrique, las casas de los reyes de Aragon, Sicilia, y Mallorca, le serian enemigos, vino en lo que Tibaldo deseaba, que la compañia le recibiese por su general en nombre de Carlos de Francia, ofreciéndoles el sueldo aventajado, y grandes esperanzas, que era lo que les podia dar.
Si se perdía la cosecha del maíz por la sequía; carta. Si los vientos reinantes eran del Noroeste; carta. En fin, no acaecía suceso en el suelo o en la atmósfera de la villa digno de mención, que no la recibiese de la diestra y bien tallada pluma de nuestro comerciante.
Jerónimo murió al fin; habían pasado dos años sin que el señor Francisco recibiese noticias de su sobrino, cuando su sobrino se le presentó de repente como llovido del cielo y portador de una carta de su hermano el arcipreste; aquella carta podía ser la resolución del misterio, y como este misterio se había agravado para Montiño desde el momento en que había creído encontrar en el semblante del joven ciertos rasgos de semejanza con una alta persona á quien conocía demasiado, sintió una comezón aguda por apoderarse de aquella carta; pero siempre cauto y prudente disimuló aquella comezón, afectó la mayor indiferencia hacia su sobrino, y sólo volvió á anudar el interrumpido diálogo con el joven, después de haber dado á los pajes dos docenas de platos y seis docenas de órdenes y advertencias.
Así, mañana voy a pasar la tarde con Mad. Jouarre. No encuentro allí la santidad de una celda o de una ermita; pero sí casi su aislamiento; y si mi querida amiga surgiese en pleno esplendor y yo recibiese de ella, no diré una rosa, sino una sonrisa, quedaría entonces seguro de que este amor mío o este mi sentimiento indescriptible y sin nombre que va más allá del amor, encuentra en sus ojos piedad y permiso para esperar.
La niña, en el tibio bienestar del baño, sonreía, y Perucho, sosteniéndola por los sobacos, hablándola con tierna algarabía de diminutivos cariñosos, la columpiaba en el líquido transparente, le abría los muslos para que recibiese en todas partes la frescura del agua, imitando con religioso esmero lo que había visto practicar a Nucha.
Porque hubiera sido un desaire cruel para esta pobre familia, que está profundamente afligida. ¡Se han portado conmigo tan cariñosamente! Si es así, has hecho bien... Pero debiste darme aviso... Eso no te lo perdono. ¿Para qué? Cuanto más tarde recibiese usted el disgusto, mejor. ¡No; eso no!
Palabra del Dia
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