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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Con la sal que hay en los océanos dijo Novoa se podría construir todo el relieve del continente africano. El pianista volvió á agitarse. ¡Una Africa toda de sal! ¿De qué podía servir eso?... Castro, escúcheme dijo en voz muy queda . Yo pongo cinco francos y doy cincuenta golpes, siempre doblando, ¿sabe usted?... Pero el otro no quiso saber nada, y rechazó el cartoncito que le tendía ocultamente.
Pero existe en el interior mío una muy curiosa inconstancia: de pronto me posee un deseo ardiente de que nuestra amistad se convierta en amor, y al rato rechazo como absurdo semejante anhelo y prefiero prolongar indefinidamente esta situación ambigua, para que él pueda seguir añadiendo a los encantos que tengo los hechizos que me faltan. ¡Cómo debo haber embellecido en su imaginación!
El poeta cometió la torpeza su imprevisión merece llamarse así, de sacar á escena á Jesús, y la figura del divino apóstol del perdón, es demasiado subjetiva, demasiado abstracta para encerrada entre bambalinas. El público, unánimemente, la rechazó; fué una caída á plomo.
Miróme repentinamente. ¿Ni aun con Margarita? dijo. No veo lo que aquí significa el nombre de la señorita Margarita. Rechazó con una mano los cabellos que inundaban su fisonomía y tendiendo la otra hacia mí, con gesto amenazador. Usted la ama dijo con voz sorda, ó más bien ama su dote; pero no la obtendrá. ¡Señorita Helouin!
Pero Hugo rechazó con una blasfemia la mano que le tendía Roger y en su rostro se dibujó una expresión de odio. ¿Es decir que eres el lobezno de Belmonte? Debí figurármelo y reconocer en tí al novicio hipócrita que no se atreve á contestar á la injuria con la injuria, sino con melosas palabras.
El viejo Duchêne se arrojó sobre el loco para estrangularlo; pero éste, más fuerte de lo que podía pensarse, lo rechazó, y, alzando el palo con furia, nos dijo: «¡De rodillas, esclavos, de rodillas! Mis ejércitos avanzan... ¿Oís?... La tierra tiembla. Estos castillos, el Nideck, el Haut-Barr, el Dagsberg, el Turkestein, tenéis que reedificarlos... ¡De rodillas!»
¡Sí, recuperarlo, pero cómo, cómo, Dios mío! exclamó. La mosca impertinente volvió, agitando sus alitas impalpables, y ella no la rechazó, como antes, la acarició, al contrario... ¡Sí, se humillaría hasta hundir la frente en el polvo! se trataba de salvar a Quilito, y si no había más medio que ése, el último, a él, apelaría, con los ojos cerrados.
Caída en el pecado, viose abismada en una melancolía profunda, porque si bien rechazó prontamente al que había sido la causa de su culpa, la infeliz se creyó condenada al infierno. Comenzó a llevar una vida áspera, mortificándose con ayunos y penitencias sin conseguir desechar su horrible pensamiento.
Apenas conozco á V. Esta es la séptima ó la octava vez que le hablo. Á Clarita la he visto hoy por segunda vez en mi vida. Sin embargo, el bien de Clarita y el de V. me interesan mucho. Atribúyalo V. á un absurdo sentimentalismo; al afecto que profeso á mi sobrina Lucía, que llega á Vds. de rechazo; á lo que V. quiera.
Le condujo hasta la puerta y en la oscuridad del vestíbulo Jacobo sintió el brazo de Lea que le rozaba con suavidad como para guiarle; un seno palpitante se apoyó contra su pecho y, sin que él pudiera defenderse, una boca, que mordía dulcemente, se posó en sus labios. El joven se estremeció y rechazó aquel fantasma del amor desaparecido.
Palabra del Dia
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