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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Hasta por amor propio quería a toda costa triunfar de Juanita. Ardua era la empresa, pero él no se la figuraba tan ardua. Juanita había coqueteado con él y le había provocado. Era cierto que, cuando la besó en la antesala, ella le rechazó con furia; pero ¿no fue, acaso, furia fingida porque entró don Paco y le vio entrar ella? Don Andrés dio por seguro que fue furia fingida.

Receloso Payo Arias de Castro que estaba en Córdoba, de que le quitase de rechazo su villa de Espejo, allí cercana, partió con Martin Alonso de Montemayor y otros caballeros á socorrer á los sitiados, los cuales, perdida la villa y dejando el vestíbulo de su iglesia cubierto de cadáveres, se habian refugiado en el castillo tapiando la puerta á piedra y lodo.

Es digno de notar, como prueba del espíritu de independencia que predomina en el país en materia de religion, que recientemente la Cámara electiva del Estado rechazó, por una gran mayoría de votos, un concordato que el Gobierno habia celebrado con la corte romana, que admitia en los negocios eclesiásticos del país una intervencion excesiva de parte de la autoridad romana y sus obispos.

Al ver a Arturo, la dama se estremeció e hizo un movimiento como para levantarse y salir; pero, sin poder apenas sostenerse, se apoyó en el antepecho del palco y cayó de nuevo sobre su asiento. Esta turbación hizo que Arturo se fijase en ella y que se aproximara para ofrecerle sus servicios. La dama, sin contestarle, le rechazó con un gesto.

Traspasados de dolor padre y madre, quisieron engañarla, para que tuviese una alegría en aquel instante de suprema aflicción, y presentándole los pavos, le dijeron: «Mira, hija de mi alma, aquí tienes la mulita y el bueyecitoPero Celinina, aun acabándose, tuvo suficiente claridad en su entendimiento para ver que los pavos no eran otra cosa que pavos, y los rechazó con agraciado gesto.

El recibimiento correspondió al traje y aumentó la sorpresa y el disgusto del joven visitante. Rafaela le alargó, sin duda, cariñosamente la mano, si bien con cierta tibia y lánguida indiferencia. Y luego, como él se acercase mucho, ella le rechazó con suave dignidad y casi le obligó a que se sentase en una silla frente de ella.

Si me dais medios de que lo sea, os perdono. Rechazo vuestro perdón, y me asombro de que me lo ofrezcáis; ¿pues en qué os he ofendido yo? ¡Ay, triste de ! ¡Qué desgraciada soy! Inclinó la comedianta la hermosa cabeza, y luego la levantó en un movimiento sublime. Su mirada resplandecía. Quevedo la miraba con asombro. No, no soy desgraciada dijo la Dorotea , sino muy feliz, felicísima.

La pequeña galga negra, que se había parado frente a él y lo había mirado fijamente durante un buen rato, se impacientó y saltó a las rodillas de su amo para recibir la caricia acostumbrada. Pero Godfrey la rechazó sin mirarla y salió de la pieza. La perra lo siguió humildemente y sin rencor, quizá porque no tenía otra cosa en perspectiva.

El coche se puso en movimiento; sonaron las campanillas de las mulas, rechinaron los ejes y empezó á crujir toda aquella vieja armazón. Quevedo adelantó las manos y tropezó con la mujer. Esta le rechazó. Tormenta se prepara dijo Quevedo para , pues retirémonos y estémonos quedos para que más pronto descargue. La dama continuó callando.

En la expresión melancólica y reflexiva de su cara adivinó Maximina que algo triste le pasaba. Trató de mostrarse entonces más alegre y habladora que de ordinario, a fin de disipar su mal humor: adivinaba vagamente que de rechazo iba a caer sobre ella; pero no lo consiguió; Miguel, contra su costumbre, respondía con gravedad a sus instancias.

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