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Actualizado: 5 de junio de 2025
Comenzó á vestirse el doctor, después de largos desperezos y una rebusca lenta de sus ropas, entre los libros y revistas que, desbordándose de los estantes de la inmediata habitación, se extendían por su dormitorio de hombre solo.
Deben ustedes estudiarlo. Para él no existe nada digno de aprecio fuera de las Thermópilas y Maratón. Odia á los medos y á los persas más que á los chicos que le roban la fruta. ¡Es curioso! exclamaba el ingeniero. Pero su enemigo mortal es Pericles. ¿Cómo? Sí, se ha empeñado en destruir su gloria, y busca y rebusca por todas partes algo que pueda socavarla.
Luego hizo una rebusca entre los objetos amontonados en la barca después del registro realizado por la marinería de la escuadra del Sol Naciente, y encontró una pequeña caja de cigarros que él había tomado en su camarote al ocurrir la voladura del paquebote.
Ayudaban a la dueña de la casa en la rebusca del género, y además el carro de ésta le traía el saco al regresar de Madrid. El tenía buenos parroquianos. Desde su juventud explotaba una de las mejores calles, toda ella de señorío que comía bien. Con las sobras podía engordar como un fraile, si le gustase comer.
No escribió mi madre con esa energía de conceptos y brillantez de imágenes que caracterizan el don de expresar. Hablaba con la sobria y clara sencillez de quien no se rebusca jamás dentro de sí propio, ni pide a las frases otra cosa sino que le den a conocer tal como él es, como no pidió jamás a sus vestidos sino que la vistiesen, sin fijarse en que pudieran servirle de adorno.
Se palpa los bolsillos, rebusca los de su marido; pero sólo puede reunir ... ¡medio duro! ¡Y el capitán es un señor tan elegante! ¿Con qué cara le ha de ofrecer ella diez reales? Pero nota, en su defecto, que tiene la mirada muy noble. Se decide á hablarle, y entre lágrimas y sollozos,
Empezó á registrarse lo mismo que ella, aunque tenía la certeza de que la rebusca era inútil. De pronto sonrió triunfante. Toma el alfiler. Era el de su corbata; una perla famosa, muy admirada por las mujeres, y que no había querido dar nunca, por ser regalo de la princesa Lubimoff. Tuvo que encargarse él mismo de arreglar la rotura de la espalda, suspirando de angustia.
Este nombre pareció despertar un vago recuerdo en la memoria del funcionario. La afirmación de que con sus aventuras se habían escrito libros le hizo interesarse en una rebusca mental. Luego levantó los hombros é hizo un gesto de incredulidad. Su historia continuó la vieja la ha escrito un señor Anatole, que trabaja al otro lado del Sena, en un taller de sabios.
Bien, ¿y qué más? dijo el jesuíta cuando ella se detuvo dando por terminada la enumeración de sus pecados. Nada más, Padre. No recuerdo otros pecados. Rebusca bien en tu conciencia, hijita. ¿Nada de nuevo ha ocurrido en tu vida desde la última vez que nos vimos? Piénsalo.
Pero hoy me siento en humor de salvar del olvido un drama semipatético, semiburlesco, de cuyos interesantes elementos una parte me la ofreció el acaso, otra la fuí acopiando en años de investigación y perseverante rebusca. Por eso, lo considero casi como obra original mía. Luz de domingo. La caída de los Limones. DON GUILL
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