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Actualizado: 9 de junio de 2025
Odiado por sus enemigos, lo era también por los mismos á quienes gobernaba y defendía, pues aparte de su dureza y despotismo no le perdonaban los azotes y las torturas con que les había obligado á pagar su propio rescate, las dos veces que los ingleses lo habían hecho prisionero. Su residencia era una sombría fortaleza de sólidas murallas y con alta torre almenada en su centro.
No soy yo menos terco... y no consentiré que Clara sea el precio del rescate de nadie; que sobre ella, que no tiene culpa, pesen nuestras culpas; que Doña Blanca la venda para conseguir su libertad. Sin embargo, importa mucho la cautela. Doña Blanca, llevada al extremo, pudiera hacer alguna locura.
Sabreis, señora, que en este mismo punto, Viniendo por el Zoco, me fue dicho Como el Rey me mandaba que llevase A Silvia y á Aurelio á su presencia, Y tengo para mí, que algun tresleño Y mal cristiano, que á los dos conoce, Al Rey debe de haver ya declarado Como son de rescate estos cautivos, Y como el Rey está tan mal conmigo, Porque aceptar no quise el cargo y honra De reparar los fosos y murallas, Quieremelos quitar sin dubda alguna.
Pero debajo de la imágen solo encontró la carta de su padre pidiendo los quinientos pesos de rescate... No había más remedio que partir. Viendo que su abuelo no se movía, le creyó dormido, é hizo el salabat del desayuno. ¡Cosa rara! ella estaba tranquila, hasta tenía ganas de reir. ¿Qué tenía pues para acongojarse tanto aquella noche?
Y aunque pudiera esperar De tí un rescate crecido, A tal termino he venido, Que tu me has de rescatar. Mas entanto que á la clara Veas quanto hago por tí, Ven, Silvia, vente tras mí, Verás á tu ama Zara. Vamos, señor, en buena hora. Silvia, no tanto señor, Pues la ventura y amor Os ha hecho á vos mi señora. Seais, Izuf, bien llegado: Cuya es la esclava? Mia. Vuestra soi, señora mia.
Ahí está mi primo Roberto, un gañán como hay pocos, que al empezar la retirada del enemigo en Poitiers puso sus manazas sobre el paladín francés Amaury de Chateauville, dueño y señor de cien villas y castillos, quien tuvo que aprontar cinco mil libras de oro por su rescate, amén de dos caballos soberbios con riquísimas preseas.
En las batallas poco hay que ganar, como no sean testarazos, á menos que se logre rescate por algún pájaro gordo. Lo que hubo fué que en Isodún yo y otros tres muchachos de Gales nos metimos en un caserón muy grande que los otros camaradas pasaron por alto y allí descubrí y me apropié un cobertor de finas plumas como sólo los estilan las duquesas de Francia.
Porque todo se arreglaba por dinero y sumisiones en Roma, residencia del poder absoluto para atar y desatar, para vender el perdón y la indulgencia divinas, y no eran el crimen o el vicio, expiables por el arrepentimiento, los que tenían que pagar el más alto rescate.
»Yo, pues, era uno de los de rescate; que, como se supo que era capitán, puesto que dije mi poca posibilidad y falta de hacienda, no aprovechó nada para que no me pusiesen en el número de los caballeros y gente de rescate.
Yo vi luego la letra; saqué ocho reales y díselos y aun estuve por volverle los palos que me había dado; pero por no confesar que los había recibido lo dejé y me fui con ellos, dando las gracias de mi libertad y rescate. Entré en casa con la cara rozada de puros mojicones y las espaldas algo mohínas de los varapalos.
Palabra del Dia
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