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Actualizado: 12 de junio de 2025
Llegó en esto mi padre y agarró al rapaz de una oreja, tratando de castigarle; pero el rapaz, que debe de ser fuerte y ágil, le echó la zancadilla, le derribó por tierra y se largó con risa. Mi padre se levantó renqueando, y, ansioso de vengar el agravio recibido, vino furioso contra mí. Yo, señora, me refugio aquí, y me pongo bajo tu amparo. Defiéndeme, señora; mira que soy inocente.
Y echó a andar, dialogando con el capellán que le seguía. Primitivo, obediente, se quedó rezagado, y lo mismo el abad, que encendía su pitillo con un misto de cartón. El cazador se arrimó al cura. ¿Y qué le parece el rapaz, diga? ¿Verdad que no mete respeto?
Algunos años después, un piadoso testamento legó la finca a la comunidad vecina, y en nuestro siglo descreído y rapaz, la desamortización incluyó en los bienes nacionales aquella adquisición que los pobres frailes debían a las legítimas gestiones de un confesor o al tardío arrepentimiento de un moribundo.
Parecía tan corriente, como si viviese del mísero sueldo de un empleo... su originalidad estaba en su rostro, sin barba, de líneas fuertes y duras, la nariz brusca, presentaba la expresión rapaz y amenazadora de un pico de águila: el corte firme y acentuado de sus labios daba a su boca una expresión maligna; los ojos, al fijarse, semejaban los encendidos fulgores de un disparo, salido súbitamente de entre las zarzas tenebrosas del entrecejo fruncido; era lívido, mas, por su piel, corrían a veces radiaciones sanguíneas, como en un viejo mármol fenicio.
¡Una reparación! exclamó el óptimo don Feliciano. ¡Qué más da que la exigieras, rapaz! ¿Se negaría usted a batijse conmigo? preguntó el ayudante con su voz campanuda. ¿A qué habíamos de batirnos? A lo que usted quiera.
¡Qué mil diablos estás diciendo ahí, muchacho! profirió don Melchor sujetando por el brazo a su sobrino y sacudiéndole. No puedo remediarlo, tío. Estoy enamorado hasta el cogote de su hermana Ventura. ¿Estás en tu juicio o entre dos aguas, rapaz? Hablo en serio... La quiero, y ella me quiere.
El atolondrado rapaz, lanzado a las filas de un ejército sin tener conocimiento del mundo, con viva imaginación, arrebatado temperamento y ningún criterio; igualmente fascinado por las ideas buenas y las malas, con tal que fueran nuevas, pues todas echaban súbita raíz en su feraz cerebro, acogía con júbilo las lecciones del astuto amigo; y su lenguaje, su nervioso entusiasmo, sus planes entre abominables e inocentes, todo anunciaba que don Diego se disponía a cometer en el mundo mil disparates.
¡Qué horror! exclamó D. Paco . Pero veo que es usted un héroe, ¡oh mi niño querido! Creo que la mamá piensa dirigir una exposición a la Junta para que le den a usted la faja de capitán general. Iban a fusilarme continuó el rapaz , cuando un oficial francés tuvo lástima de mí y me salvó la vida. Después lleváronme a sus tiendas, donde me dieron vino y...
Se burla del odio de mis barones hambrientos, que rechinan, rabiosos, los dientes, como los lobos en invierno. No tiene nada que temer, puesto que su cabeza está protegida por las alas y el pico rapaz del propio emperador. ELSA. Pero ¿por qué no viene? Hace largo rato que ha anochecido, y le sigo esperando en vano.
Pues yo os digo que en la casa de mi padre hacéis vosotros la misma falta que los canes en la de Dios. Eso os digo. Harto habéis ordeñado esa vaca, y no penséis que por ser muerta mi madre.... Pues allá iremos, sin contar con su venia. ¡Calla, rapaz! No muevas pleitos. Hablo aquello que bien me parece, mi padre. ¡Lo malo será que te arranquen la lengua! La defienden los dientes.
Palabra del Dia
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