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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Silbaba el espacio, rayado incesantemente por el abejorreo de un enjambre invisible. Millares de moscardones pegajosos se movían en torno de Desnoyers sin que alcanzase á verlos. Las cortezas de los árboles saltaban, empujadas por uñas ocultas; llovían hojas; se agitaban las ramas con balanceos contradictorios; partían las piedras del suelo, impelidas por un pie misterioso.

Las calles semejan largos caminos de aldea surcados por las ruedas de los carros; y casi siempre se camina pegado a los muros, de donde salen ramas horizontales de sicomoros.

Por entre las ramas que se cruzan sobre el lago azul, veíanse grupos de Gretchen y de estudiantes, envueltos en una aureola de humo de las pipas.

Pasaba el sendero entre corpulentos y elevados árboles, cuyas ramas formaban en muchos puntos verdes arcos sobre el camino, recubierto de hierba y hojas secas. Pocas personas solían recorrerlo y el silencio era completo; una sola vez oyó Roger á lo lejos el agudo ladrido de los perros de caza.

El Capitán les indicó, con un ademán de desesperación, las ramas esparcidas por el suelo. ¡Ah, ladrones! rugió Cornelio, pálido de ira. ¡Estamos perdidos! exclamó el piloto. En efecto, la chalupa ya no estaba allí. Aunque había sido perfectamente escondida entre las yerbas y luego recubierta de ramas y de hojas, o los piratas o sus enemigos la habían encontrado y se la habían llevado.

Me siento morir, pero no temo: las ramas de mis árboles se mecerán aun sobre la losa de mi tumba, y dirás al viajero con la voz del aura que suspira entre sus hojas: dobla la rodilla sobre estas tristes ruinas, viajero; son las ruinas de Granada. »Adoraba la naturaleza y gozaba en medio de los escombros; pero nunca como despues de haber creido oir en boca de esa ciudad estas palabras.

Sepan ustedes, y esto lo dijo ya con una entonación grave que mujeres como Rosa hay pocas y cuando se habla de ellas conviene no pecar de ligero. Viéndole ponerse serio y oyéndole hablar de aquel modo callaron todos, menos la señora que parecía lista, la cual sin andarse por las ramas, habló de este modo: Todo eso está muy bien don Luis, pero no echa por tierra nada de lo dicho.

Así es que cuando quería obsequiar a sus amigos, no se andaba por las ramas, y una vez en la Habana gastó diez mil duros en cierto convite que dio a bordo de su buque. También que era hombre muy sabio en la náutica. ¿En la náutica?

Trabajaba, cortaba los árboles, cogía naranjas y arrancaba las ramas de los granados cuyos rojos frutos se abrían al sol. Por la mañana, corría con la escopeta al hombro para matar algunos zorzales o papafigos; por la noche, leía con su madre, que fue su profesor y la nodriza de su espíritu.

Hermoseado por las flores en primavera, adornado de frutos en verano y otoño, el cortinaje suspendido delante de la catarata ahoga en parte el estrépito; hasta podría suponérsele lejana si el sol, penetrando sus rayos por entre las ramas, no hiciera brillar por diversos puntos el gigantesco diamante que oculta la verdura.

Palabra del Dia

bagani

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