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Actualizado: 4 de julio de 2025
Señorito, la señorita Marcelina, ahí donde usted la ve, se confiesa y comulga tan a menudo, y es tan religiosa, que edifica a la gente. Quedóse don Pedro reflexionando algún rato, y aseguró después que le agradaba mucho, mucho, la religiosidad en las mujeres; que la conceptuaba indispensable para que fuesen «buenas». Con que beatita, ¿eh? añadió . Ya tengo por dónde hacerla rabiar.
De repente oigo ruido, miro hacia arriba, y veo a Inesilla, asomada por el montante de la puerta, mirándome burlonamente, riéndose y restregándose los puños en ademán de hacerme rabiar. ¿Por qué has hecho eso? le pregunté. Y con la cara muy alegre repuso: Porque me da mucho gusto cuando te pegan. Desde aquel instante no pensé más que en marcharme de la casa.
Puedes hacer rabiar al chico de Santa Cruz, porque en cuanto te vea hecha una persona decente se ha de ir a ti como el gato a la carne. Créetelo porque te lo digo yo. Quita, quita; si él no se acuerda ya ni del santo de mi nombre. Paices boba, ¿qué apuestas a que en cuanto te echen el Sacramento, pierde pie...? No conoces tú el peine. Verás cómo no pasa eso. ¿Qué apuestas?
Su hermano hizo un gesto de mal humor y, recostándose en su butaca, se abandonó al penetrante encanto de los recuerdos de la juventud, más dulces cuanto más se aleja uno de ellos, mientras la de Candore, entregada a sus averiguaciones, hacía sufrir al cura y al notario un verdadero interrogatorio del que Raúl no perdía palabra sin dejar de hacer rabiar a su hermana.
No exclamó alegremente... Quiero que el té de la señora sea perfecto. Eso hará rabiar a Mariana, la cocinera de la señorita Bonnetable añadió con la cara llena de satisfacción. ¿Por qué ha de rabiar? La señorita sabe bien que en el último té de la señorita Bonnetable los pasteles de chocolate estaban quemados. ¡Ah! y los tuyos... Los míos son siempre perfectos respondió Celestina con vehemencia.
Y el muy pillo puso a prueba la de sus padres, porque se entretuvo diez años por allá, haciéndoles rabiar. No se dejaba ver de Barbarita más que en sueños, en diferentes aspectos infantiles, ya comiéndose los puños cerrados, la cara dentro de un gorro con muchos encajes, ya talludito, con su escopetilla al hombro y mucha picardía en los ojos.
Bazta de ezo... He eztao zacudiendo el árbol, y la naranja no ha caío... Uzté no ha hecho má que tocarle y ze le ha venío a la boca... Buen provecho le haga. El triunfo me hizo generoso. En un momento olvidé lo que aquel hombre me había hecho rabiar, y se borró mi antipatía.
Este muchacho era muy bonito, pero demasiado pequeño; con lo que Momo le hacía rabiar frecuentemente llamándolo Francisco de Anís, en lugar de Francisco de Asís, que era su verdadero nombre.
¡Ah!... ¿y el cura te ha permitido leer novelas y te ha dado conferencias sobre el amor? ¡Pobre cura! ¡Si supierais lo que le he hecho rabiar con eso! Y en cuanto a las novelas, tío, no quería dejármelas leer de ningún modo. Llegó hasta llevarse la llave de la biblioteca; pero, rompiendo un vidrio, entré por la ventana. ¡Pues ya prometías! Y en seguida ¿te diste a soñar y divagar acerca del amor?
A mi no me asusta nadie exclamé, tomando mi almohada y largándola de paseo al medio del cuarto. Blanca me miró con asombro. ¿Qué haces, Reina? ¡Oh! es una costumbre. Cuando estaba en el Zarzal, lanzaba siempre mi almohada por los aires, para hacer rabiar a Susana, a quien este modo de proceder sacaba de quicio. Como Susana no está aquí, te aconsejo que renuncies a tal costumbre.
Palabra del Dia
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