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Actualizado: 4 de junio de 2025


CHADD. ¡Oh! ¡Ya está...! ¡Va a ser un exitazo...! ¡Me da lo mismo! ¡Cómo van a rabiar mis compañeras cuando me oigan hablar inglés...! ¿Va usted muchas veces al «Rey Dagoberto»? C

En todo caso continué yo, libraos de atacar a los antiguos; el señor cura os arrancaría los ojos. ¡Cuánto me han hecho rabiar esos bandidos! Sólo he guardado de ellos un recuerdo: el de las penitencias que me han ocasionado.

Siquiera, la madre tiene que rabiar, que tronar, que rugir de puertas adentro..... ¡La hija lleva la modosidad hasta perder la palabra y el movimiento!

Recelo y desconfianza inútiles y que nunca me salvaron del egoísmo y de las arterías de amigos y extraños. Me creía yo persona de experiencia, conocedor del mundo, y descubría a todos mi corazón, a nadie ocultaba yo mis sentimientos, y así era yo víctima de todos. Confieso que el buen servidor con sus burlas y fisgas me hizo rabiar muchas veces.

Si no estuviese aquí, donde todo el mundo me conoce, las extravagancias de esa muchacha no dejarían de divertirme.... ¿La ve usted aplaudiendo a rabiar al del brindis? ¿Cómo se llamará ese ciudadano? Parece el Oroveso de Norma. Psh... mañana lo sabremos. Revolución y reacción mano a mano

Pues es preciso comer; haz un esfuerzo... ¿Es que no comes para hacerme rabiar?... Ven acá, tontuela, echa la cabecita aquí. Si no me enfado, si te quiero más que a mi vida, si por verte contenta, firmaba yo ahora un contrato de catarro vitalicio... Dame un poquito de esa camuesa... ¡Qué buena está! Déjame que te chupe el dedo...». Iban llegando los amigos de la casa que solían ir algunas noches.

Lo peor del caso era que nunca le había pasado por las mientes casarse con Jacinta, a quien siempre miró más como hermana que como prima. Juan la hacía rabiar, descomponiéndole la casa de muñecas, ¡anda!, y Jacinta se vengaba arrojando en su barreño de agua los caballos de Juan para que se ahogaran... ¡anda!

que no valían un reale; debajo llevaba otra que valía una ciudadeJuanita, al citar estos versos y al aplicárselos, se olvidaba de sus melancolías y soltaba una carcajada. ¿De qué te ríes, niña? le dijo una vez su madre . Pues no es cosa de risa lo que nos está sucediendo. , mamá; es cosa de risa. Mejor es reír que rabiar.

Conocía muy bien a Castro Pérez; se complacía en hacerle rabiar, y cuando éste iba poniéndose mohino le calmaba con un chiste o con una frase halagadora. Los primeros días me le encontraba yo en la esquina, y pasaba sin saludarme; después solía decirme, entre afable y sereno: «¡Adiós, jovenMás tarde, cuando conversé con él en el despacho, se mostró conmigo cariñoso y sincero.

Por fin dijo: Me río porque D. Félix tuvo hace algunos años un perro que se llamaba como ... Por cierto que rabió y Regalado le mató de un tiro. Pues yo, sin rabiar, si te descuidas te voy á clavar los dientes manifestó Plutón echándole una mirada torva. No seas tan valiente respondió la niña sin perder un punto de su alegría. ¿Y por qué te llaman Plutón? Ese no es nombre de cristiano.

Palabra del Dia

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