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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Empezó a dar resoplidos, cual si quisiera meter en sus pulmones más aire del que cabía, y sacudió el cuerpo como las gallinas. El picorcillo del sol le agradaba, y la contemplación de aquel cielo azul, de incomparable limpieza y diafanidad, daba alas a su alma voladora.

El corazón y los pulmones se dilatan, se cierran involuntariamente los ojos para recibir el beso blando de aquella brisa, y acuden vagamente a la memoria playas, olas, peñascos, barcos, gaviotas y sobre todo los horizontes dilatados del oceano que convidan a soñar. Continuad, continuad con los ojos cerrados; no temáis tropezar con nada; la calle es ancha y los coches no ruedan por aquel sitio.

Y una voz bronca, debilitada por el dolor, como si viniese de lo más profundo de los pulmones, gemía entre suspiros, con un acento que recordaba a Carmen su tierra: ¡Virgen de la Soleá!... Creo que me he roto argo. Mire bien, dotor... ¡Ay, mis hijos! Carmen se estremeció de espanto. Elevaba sus ojos a la Virgen, extraviados por el miedo.

Tolva, deseando que aquel numeroso concurso que á diario llenaba el café, estuviese al corriente de cuanto sucedía, estableció en el local una especie de cátedra en la cual un ciudadano de buenos pulmones tenía la misión de leer por las tardes y las noches los periódicos en alta voz, así los que se publicaban en Sevilla, como los de la corte y otros de las provincias más importantes, que á todos se suscribió el buen Tolva, con la mejor y más sana de las intenciones.

Parecía que sus pulmones de gigante no encontraban aire ni aun en los espaciosos salones del palacio. Pero desde que los señores habitaban en la Segada, ó mucho habían cambiado sus aficiones, ó muy contrariado debía estar, pues sus costumbres no eran las mismas. Ya no salía de caza sino con los condes. Dejó en manos de los criados los trabajos de la labranza.

Una corriente de aire caliente disuelve lentamente un centigramo de yodo y lo hace penetrar en los pulmones sin esfuerzo ni dolor alguno. El yodo puro no embriaga a los enfermos como la tintura, no provoca la tos, no produce estomatitis. Su único defecto es dejar en la boca un ligero sabor a herrumbre, al cual el enfermo no tarda en acostumbrarse.

El ruido sobre los morrillos y los relinchos los producen las almadreñas y los pulmones de los mozos. Este acontecimiento hace en los personajes de la cocina un efecto agradabilísimo; callan todos como estatuas y se disponen á escuchar.

Ahora comprendo contestó la señora Chermidy . ¿Entonces, si se matase a todas las personas que viven en nuestra sociedad se encontraría algunas que no tienen los pulmones como es debido? Y que no parecen darse cuenta. Precisamente, señora. Una hora más tarde se había renovado la tertulia alrededor de la chimenea del salón.

Las mujeres, puestas de pie sobre las sillas, miraban con nerviosa curiosidad la nube de humo erizada de relámpagos que se acercaba, dejando tras un ambiente cargado de azufre y voladoras pavesas; y cuando el estruendo llegaba frente a ellas, cubríanse los rostros con los abanicos, hundían la cabeza en el pecho, o sin dejar de reír, llevábanse las manos a los oídos, como si no pudieran resistir el trueno continuo, cuya intensidad subía o bajaba, llegando en algunos instantes, con la violencia de la explosión, a hacer el vacío, dejando sin aire los pulmones.

Tranquilo, puesto el ánimo en Dios y la esperanza en el deseo de saber, tendió la vista en torno suyo; pero como ave obligada a volar demasiado alto, sus ojos se deslumbraron, sintió el vértigo que da la altura, y le faltó aire para sus pulmones oprimidos.

Palabra del Dia

ciencuenta

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