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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Iba a cantar uno de aquellos romances que sacaba de su cabeza; una «relación» cortada a uso del país por un alarido tembloroso, gorjeo de dolor que se iba prolongando mientras el cantante tenía aire en los pulmones.

La aureola del martirio vale más que entrar en un calabozo siendo un hombre y salir hecho un pingajo. Estoy muy enfermo, Esteban: mi sentencia de muerte es irrevocable. No tengo estómago, mis pulmones están deshechos, este cuerpo que ves es una máquina desvencijada que apenas si funciona, y cruje por todos lados como si las piezas fuesen a separarse y a caer cada una por su lado.

Esta relación era demasiado larga para los pulmones de Maximiliano, por lo cual llegó al término de ella fatigadísimo. Todos se pasmaron del cuento, y doña Lupe compadeció a la Dura, deplorando que con vicio tan inmundo malograse las cualidades de inteligencia corredora que poseía.

El peligro del contagio, señora. ¿Quién sabe si los tubérculos que nacen en los pulmones del tísico no extienden a su alrededor el germen de la muerte? Pero perdone usted, no es éste ni el lugar ni el momento de desarrollar una nueva teoría, inventada por , y que pienso someter uno de estos días al examen de la Academia de Medicina. Unicamente le contaré un caso observado por .

Y silbando fagina y después retreta llegó hasta el prado, dejó la macona en el suelo y se puso á segar el verde. Pronto se le olvidó el caso de Demetria y volvieron á su imaginación las dulces memorias del país donde florecen los naranjos. Una soleá muy gitana se le escapó de la garganta. Y como allí no podía oirle su abuela, cantó con todo el aliento de sus pulmones.

Su corazón no podía latir más que a su lado; sus pulmones no respiraban más que el aire que ella había respirado. Iba a través del mundo como un cuerpo inerte lanzado en el vacío. Algunas veces, un resto de razón descendía a su espíritu y se decía: Soy un viejo loco. ¿Por qué me he atrevido a hablarle de amor? El amor no sienta bien a un vejestorio como yo.

La oquedad de un pulmón estaba infestada de tubérculos, y tenía ya esas brechas terribles que los facultativos denominan cavernas; pero el otro resistía aún, si bien en esto de pulmones acontece lo que con las manzanas: minutos bastan para perder a la sana, si está al lado de una podrida.

Ocho años de dormir juntos, en casto contacto de cabeza a pies, confundiendo el sudor de sus cuerpos y la respiración de sus pulmones, habían acabado por infiltrar en Rafael una gran parte de las manías y aficiones de su esposa.

Se os entra en los pulmones, se aloja en ellos y ¡buenas noches!... Usted me dirá que si de todos modos hay que morir, queda por lo menos el derecho de elegir el sitio. Me hago cargo perfectamente de ello. ¿Ha viajado usted por la regencia de Túnez? . ¿Ha visto usted cortar la cabeza a alguien? No. Pues bien, todo eso se ha perdido usted. Esos desgraciados tienen el derecho de elegir el sitio.

Parece mentira.... ¡Un chico como un castillo acabar tan pronto...! ¡Ay, cómo me duele ese ronquido...! ¡Cristo! Parece que me rasgan algo aquí, dentro de los pulmones. ¡Señor! ¡Qué justicia! Los carcamales como yo, buenos y sanos, y ese chico que parecía comerse al mundo, camino del cementerio. Hubo una larga pausa. Mujer, ya estarás contenta. Al fin has salido con la tuya.

Palabra del Dia

santificación

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