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Actualizado: 14 de junio de 2025
Entonces los que quedan, si es que queda alguno, se lanzan ágilmente al abordaje como gatos salvajes, el puñal entre los dientes y la pistola en la mano; viene una lucha cuerpo a cuerpo, se mata, se muere... pero siempre se recoge gloria y... esto es todo. ¡Por los dolores de Nuestra Señora, que no esté yo en su lugar! ¡oh! sí, ¡que no esté yo en su lugar, hijo mío! repitió lanzando un ardiente suspiro, pero desapareciendo velozmente en el sollado.
Noticias de él fueron los alaridos que comenzaron á oírse luego por las calles, entre la gente marinera; madres clamando por sus hijos; esposas por sus maridos; hijos por sus padres; hermanas por sus hermanos. Aquello era una desolación, y sus clamores atravesaban el alma como un puñal.
Si vuelves a tocarme, me marcho desnuda como estoy por esas calles... ¡Vete! ¡Vete! D. Álvaro quedó clavado al suelo por el estupor. No eran sus palabras las que le dejaban frío, horrorizado; era aquella voz aguda como la hoja de un puñal, que le llegaba hasta lo más hondo del pecho. ¡Vete! ¡Vete! repitió ella alzando aún más el grito.
Mejor es ultrapasar el honor que quedarse atrás de él: en materia de juramentos, todos los que no son exigidos bajo la punta de un puñal ó ante la boca de una pistola, es menester no hacerlos ó cumplirlos: esa es mi opinión. Y también la mía. Mañana partiré con usted. No, Máximo, permanezca aquí algún tiempo todavía.
Esto lo decía Bonis con los ojos estúpidos clavados en el rostro risueño y soez de la moza; lo decía con una voz y un tono como los que emplean los cómicos al despedirse del pícaro mundo al final de un tercer acto, cuando están con el alma en la boca y un puñal en las entrañas. El agua le calmó y dio cierta fuerza. Pudo levantarse y despedirse. No pensó en dar explicaciones ni disculpas.
«A la carga! á degüello! mis sicarios, «Que mueran los salvages unitarios «Por mi mazhorca á filo de puñal; «Despedazad sus cráneos con la bola «Y arrastrad de los potros á la cola «Sus cabezas en medio de un cardal!
A él he llegado pasando por la rabia, por la locura... Ahora mismo, no hace mucho, cuando vi a ese diablo de hombre cometiendo una nueva infamia, sentí otra vez la debilidad de espíritu que creía vencida... me entraron ganas de pegarle un tiro, por librar a la humanidad de semejante monstruo... Pero después he sabido vencerme y he dicho: Mejor castiga una consecuencia lógica que un puñal.
¿Por qué estaba tan alegre esa muchacha?... repitió la señorita Guichard pensativa. Pasó la velada jugando al bezigue con Bobart y soñó por la noche que Roussel había entrado á viva fuerza en el castillo, con la cara embadurnada de negro, como los antiguos bandidos, y la había puesto un puñal en la garganta para obligarla á decir dónde había ocultado á su sobrina.
Pero cuando se está frente al Salto, viviendo en su atmósfera, contemplando su grandeza soberbia, se comprende que la cantidad de valor necesaria para pegarse un tiro o hundirse un puñal en el corazón, es un átomo insignificante, al lado de la resolución soberbia e impasible que animaba a Manfredo en la cumbre del Jung-Frau y que se desvanecía ante la grandiosa serenidad de la muerte bajo esa forma.
Federico, mientras tanto, se junta casualmente con el Duque y su favorito Clotaldo en una cacería, á que asisten ambos en los montes; el Duque se había quedado dormido, y Clotaldo se acercaba á él para perpetrar su traición y matarlo, cuando se presenta Federico de repente, arrebata el puñal al traidor y salva la vida del Duque; éste despierta al ruido, que ambos hacen, pero el astuto Clotaldo se da trazas de hacerle creer que él ha sido su salvador y Federico el que ha intentado asesinarle, por cuya razón se prohibe al último, bajo pena de muerte, su presencia en los dominios del Duque.
Palabra del Dia
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