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Actualizado: 18 de octubre de 2025
Yo le aseguro a usted que si hubiera visto en Francisca siquiera intenciones o deseos de llevar sus cuentas en regla, le hubiera prestado... prestar no, le hubiera facilitado medios de llegar a la nivelación. Pero es una cabeza destornillada; convenga usted conmigo en que es una cabeza destornillada. Sí, señor, convengo en ello.
Agradeció el rey D. Alonso el gran servicio que le habia prestado el señor de Montemayor, y le autorizó para que añadiese á sus armas la divisa de la banda entre bocas de dragantes, que es la misma que has visto esculpida en el sepulcro de su hijo el señor de Alcaudete en la famosa capilla antigua de S. Pedro de la catedral.
Fiel a la estimación que a Doña Francisca debía, la visitaba Ponte diariamente mañana y tarde, y un sábado anunció para el siguiente domingo la excursión al Pardo, en que se proponía reverdecer sus aficiones y habilidades caballerescas. ¡Con qué placer y curiosidad salieron las cuatro al balcón prestado del vecino para ver al jinete!
Sabemos de él con certeza a partir de sus cincuenta y seis años, cuando emprende el primer viaje: los ocho años anteriores pasados en la Corte de España solicitando apoyo están en la penumbra; los de su vida en Portugal aún son más inciertos, y todo el resto, hasta el nacimiento, queda envuelto en una obscuridad absoluta, que se ha prestado y se prestará a las hipótesis más diversas.
Y cuenta que las trovas de que os hablo, que ella escondió bajo la almohada al verme entrar, se las había prestado, según confesión suya, el mismísimo padre Cristóbal, del Priorato. Es verdad que siempre me dice lo mismo.
La idea del matrimonio, aparte ser cien veces absurda, ni siquiera había prestado alientos al inocente impulso de un afecto que se bastaba a sí mismo para ser, se daba para difundirse y constituía un culto sin otro móvil que adorar. ¿Cuáles eran los sentimientos de Magdalena? Nunca me había preocupado de ellos.
Mi padre es, en efecto, comandante, señor cura. ¿Le habéis conocido? Y me ha prestado servicios hace muchos años. ¡Qué noble y excelente hombre! Sé que mi padre es querido por todo el mundo respondió el señor de Couprat, con el rostro más radiante que nunca. Y el comprobarlo es siempre para mi una nueva dicha. Pero continuó el cura, ¿no sois pariente del señor de Pavol?
Esto es... nada que a usted le importe contestó el médico, alterado. Y Carmen, atolondrada, se quedó quieta y muda. Esta casa increpó entonces Narcisa, como un basilisco no se ha prestado nunca a... porquerías.... Ya está usted aquí de más, señor de Fernández.... Y se acercó a él tratando de cogerle por un brazo.
La había prestado un buen servicio Ojeda reía amargamente al pensar en esto , habían sido felices unas horas, y luego se separaban como extraños, sin recuerdos y sin melancolías: lo mismo que si se hubiesen conocido a la caída de la tarde en un bulevar de París para pasar media hora juntos en un hotel y no volver a encontrarse nunca.
Todos tenemos algo de calaveras, más o menos. ¿Quién no hace locuras y disparates alguna vez en su vida? ¿Quién no ha hecho versos, quién no ha creído en alguna mujer, quién no se ha dado malos ratos algún día por ella, quién no ha prestado dinero, quién no ha debido, quién no ha abandonado alguna cosa que le importase, por otra que le gustase, quién no se casa en fin?... Todos lo somos; pero así como no se llama locos sino a aquellos cuya locura no está en armonía con la de los más, así sólo se llama calaveras a aquellos cuya serie de acciones continuadas son diferentes de las que los otros tuvieran en iguales casos.
Palabra del Dia
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