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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Durante el primer siglo de la conquista, embarcábanse los aventureros en los primeros buques que encontraban disponibles, vasos antiguos apenas recompuestos y guiados por cualquier piloto costero que se prestaba a dirigir la expedición. Las administraciones de entonces no conocían la estadística. Además, eran frecuentes los viajes clandestinos, sin papeles.

En el Círculo Caballista, hasta los señoritos más alegres olvidaban los méritos de sus jacas, los excelencias de sus perros y el garbo de las mozas cuya propiedad se disputaban, para no hablar más que de aquella gente tostada por el sol, curtida por los penalidades, sucia, maloliente y de ojos rencorosos que prestaba los brazos a sus viñas.

Gillespie tuvo la esperanza de que esta alimentación abundante sería acompañada con algún vino del país; pero en las tres comidas que llevaba hechas, la grúa sólo subió un tonel, que podía servirle de vaso, lleno de agua. Al ver su gesto de extrañeza, la mujer que prestaba servicios de mayordomo hizo subir un segundo tonel, pero sólo contenía leche.

Había ido con el propósito de romper aquellos lazos, si la novia de su hermano no se prestaba medianamente a ello; pero cuando la vio tan humilde, tan resignada a su triste suerte, entrole apetito de componendas y de mostrar sus habilidades de zurcidor moral. «He aquí una ocasión de lucirme pensó . Si consigo este triunfo, será el más grande y cristiano de que puede vanagloriarse un sacerdote.

Este tal caballo, según es tradición antigua, fue compuesto por aquel sabio Merlín; prestósele a Pierres, que era su amigo, con el cual hizo grandes viajes, y robó, como se ha dicho, a la linda Magalona, llevándola a las ancas por el aire, dejando embobados a cuantos desde la tierra los miraban; y no le prestaba sino a quien él quería, o mejor se lo pagaba; y desde el gran Pierres hasta ahora no sabemos que haya subido alguno en él.

Ciertamente que la conversación en voz baja de los novios y su involuntaria abstracción de todos los circunstantes no convidaban a otra cosa. El médico D. Anselmo iba y venía, permaneciendo poco tiempo en la reunión. Ya no disputaba ni sacaba a relucir sus filosofías, porque doña Luz no prestaba atención a nada que no fuese D. Jaime.

En las pasadas era tanto el peligro que corría el dinero saliendo a relucir, que legítimamente tenía que ser usurero quien le prestaba. El crédito, que pone en movimiento las fuerzas productivas, apenas era conocido entonces.

Vargas Orozco permaneció todavía un instante con el mentón apoyado en el libro y los ojos fijos en el suelo. Su negra figura eclesiástica prestaba un aspecto fúnebre a la solitaria plazuela, donde el anochecer parecía tamizar un polvo fosco de herrumbre. La corriente de aire que llegaba por la calle de la «Vida y la Muerte», agitaba su manteo.

A veces, charlaba largo rato, sin cesar un punto, con cierta excitación nerviosa que prestaba brillantez a su conversación y alarmaba a Currita; otras, enmudecía de repente y quedábase pensativo y preocupado, sin prestar apenas atención a lo que en torno de él se hablaba. Hallábase muy perplejo; había comprendido desde luego que aquella extraña carta era la respuesta del .

Ya no cabía duda de que la pasión de Maximiliano era tenaz y profunda, y de que le prestaba energías incontrastables. Ponerse frente a ella era como ponerse delante de una ola muy hinchada en el momento de reventar.

Palabra del Dia

hociquea

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