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Al cabo de media hora de paseos, se me ocurrió una idea que, a no estar perturbado, debió ocurrírseme en cuanto leí la carta, a saber: que si bien en ésta se me trataba duramente y con cierto desprecio, el hecho positivo, tangible, era que la hermana me enviaba una carta y que para hacerlo necesitó exponerse mucho y buscar medios clandestinos.

Así doña Lupe tendría compasión de él. Dejose caer en un sillón y se comprimió la frente. «Pues se trata de una mala noticia aseveró la viuda de Jáuregui , quiero decir, mala, precisamente mala no... aunque tampoco es buena». Rubín, sin comprender a qué podía referirse su tía, barruntó que nada tenía que ver aquello con sus amores clandestinos, y respiró.

Durante el primer siglo de la conquista, embarcábanse los aventureros en los primeros buques que encontraban disponibles, vasos antiguos apenas recompuestos y guiados por cualquier piloto costero que se prestaba a dirigir la expedición. Las administraciones de entonces no conocían la estadística. Además, eran frecuentes los viajes clandestinos, sin papeles.

Habían servido para componer papeles clandestinos, y conservaban el aspecto de la negra insidia, que trama sus actos en la sombra.

Apenas quedó en la coronada villa hombre ni mujer, iniciados en la historia anecdótica de los salones, en aquella historia que Asmodeo y sus imitadores no pueden ni deben revelar por impreso, si bien tiene mil cronistas orales y clandestinos, que no diese ya por cierto, firme y apretado, el lazo que unía el corazón de Beatriz y el de Ricardo, que así llamaban al Conde de Alhedín sus íntimos o los que por tales querían pasar para darse tono.

Confesar a su marido el aprieto en que se veía era declarar una serie de atentados clandestinos contra la economía doméstica, que era la segunda religión de Bringas. Pero si Dios no le deparaba una solución, érale forzoso apechugar con aquel doloroso remedio de confesarse y con sus consecuencias, que debían de ser muy malas.

»Del cual salí diez meses después que mis inseparables amigas Leticia y Sagrario, muy ducha en bailar, en hacer reverencias, en modular la voz, en manejar el abanico y la cola del vestido de baile, en esgrimir los ojos y la sonrisa, según los casos, los sexos y las edades, y en el ceremonial decorativo y escénico de las prácticas religiosas; tal cual en lengua francesa, materialmente al rape en obras de costura y principios de economía doméstica, y casi, casi, en el idioma nativo; y sobre todo esto, y por razón de los contrabandos del colegio y de las incompletas ideas adquiridas en conciliábulos clandestinos, y la propia observación hecha a medias con trabas y sobresaltos, y quizás también por obra de mi temperamento o de mi carácter, franco y expansivo, un ansia, que rayaba en voracidad, de ver el mundo por dentro, de conocerle a fondo, de saborearle a mis anchas, sin los velos y cortapisas que a las puertas de él me habían, hasta entonces, despertado los apetitos.

Aquel día fue menos puntual que de costumbre, y mientras almorzaba, todo aquel regocijo con que despertara se desvaneció, porque Paquito le leyó unos papeles clandestinos que corrían por Madrid, amenazando a la Reina y asegurando la proximidad de su caída. «Si me vuelves a traer aquí esas asquerosidades dijo Thiers bufando de ira , te quito de la Universidad y te pongo de hortera en una tienda de la calle de Toledo».

Yo caí desde lo alto de las nubes. ¡De modo que los bosquecillos de nuestro jardín nunca habían prestado su abrigo a dos enamorados; la luna, que brillaba por entre las ramas, nunca había sido testigo de besos clandestinos! ¡Puras quimeras todas mis imaginaciones!