United States or Suriname ? Vote for the TOP Country of the Week !


A fines de Abril, olvidados ya todos los temores, Manila solo se ocupaba de un acontecimiento. Era la fiesta que don Timoteo Pelaez iba á dar en las bodas de su hijo, de quien el General, gracioso y condescendiente, se prestaba á ser el padrino. Decíase que Simoun había arreglado el asunto.

Sin embargo, dos días después, por más que había tomado la seria resolución de no verle más, le escribió otra carta pidiéndole perdón. Uno de los motivos que sin duda influían para decepcionarla de Muñoz, era el apoyo que su madre prestaba a éste. Su madre y una amiga de Adriana, Charito González, querían a toda costa que se formalizara el compromiso y se casaran en seguida.

Beatriz sentía cual cosa evidente que el temeroso suceso estaba a punto de realizarse: todo lo presagiaba: la baronesa, como ella misma decía a su lectriz, jugaba esta vez su última carta, y el joven marqués se prestaba al juego con toda buena voluntad, que el final resultado no podía ser dudoso.

El italiano no prestaba gran atención á sus propias palabras, espiando con ojos inquietos á la «señora marquesa» y su acompañante. La tertulia cambió totalmente de aspecto después que Pirovani se presentó con sus rosas. En la noche siguiente estaban los cuatro sentados á la mesa y más silenciosos que otras veces.

Despues de los cumplimeintos de costumbre y á los cuales no prestaba atencion esta, la prometió que muy pronto iria á reunirse con su marido. «Nunca quiera Dios, decia la reina, que mi voluntad ni la del rey vuestro padre sea la de apartaros del lado de vuestro esposo, y si otra cosa sobre este particular se han atrevido á deciros, despreciadla

Para ponerme a cubierto de sus asechanzas tenía yo un defecto que equivalía, por sus efectos, a una virtud, y era el miedo a lo desconocido; y aquel incorregible terror por los ensayos me prestaba, por decir así, la perspicacia que poseen los experimentados.

La expresión de sorpresa y de vergüenza no acababa de desaparecer por completo del rostro de Lucía; pero esto le prestaba aún más atractivo. La camelia encarnada tampoco se deslizaba de sus manos. Miguel, cada vez más dueño de mismo, se atrevió a hacerle seña de que la arrojase: la generala bajó los ojos sonriendo, pero no hizo caso.

Se quitó el bonete y dijo unas cuantas palabras en latín que nadie pudo escuchar. Después, poniéndose de nuevo el bonete y abalanzándose sobre la baranda, exclamó en alta voz: «Amados hermanos en Jesucristo...» Poseía una voz clara, de timbre dulce y simpática en extremo, que prestaba mayor realce a la gravedad de su rostro.

Usado siglos hacía por copleros y romanceros, tenía, además de esta ventaja, fundada en tan largo empleo, la incomparable que le prestaba su sencillez, casi igual á la del diálogo ordinario; la perfección, que había alcanzado, y su extraordinaria flexibilidad para acomodarse á todas las situaciones y á todos los estados del ánimo.

El señor de Monthélin, que en su estrategia alrededor de la señora de Maurescamp, esperaba hacía mucho tiempo esa hora fatal con una paciencia y asiduidad felinas, juzgó que había llegado al fin. Después de algunos instantes de conversación banal, a la cual Juana prestaba una atención distraída y lánguida, acercó su silla al confidente donde estaba recostada y,