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Actualizado: 25 de junio de 2025


En el ensayo no veía un Nabucodonosor que parecía el rey de bastos, ni un Atila semejante a un cabrero, sino un caballero particular que cantaba bien y estaba preocupado de veras con sus cosas, verbigracia, la mala paga, el mal tiempo que le tomaba la voz, o el correo que le traía malas noticias.

Volvía Julián preocupado a la casa solariega, acusándose de excesiva simplicidad, por no haber reparado cosas de tanto bulto.

Los asuntos de la casa le tienen sin cuidado. Para ella, lo único importante en el mundo es ella misma, su hermosura, sus trajes, sus joyas... Todo lo demás, padres, hermanos, marido, no significan nada... Estoy seguro de que le ha preocupado más el sombrero que ha encargado a París que mi enfermedad... ¡Oh, no digas eso, por Dios! Estás loco. No estoy loco. Digo la pura verdad...

allí al príncipe, dijo Chandos al entrar. Los dos personajes sentados detrás de él son los monarcas españoles para quienes, con la ayuda de Dios y nuestro esfuerzo, vamos á conquistar respectivamente á Castilla y Mallorca. Muy preocupado está Su Alteza, y no me asombra. Pero el príncipe había notado su entrada y placentera sonrisa animó su rostro.

¿Ha estado usted malo? ¡Quiá! ¿quién? ¿yo? ¡ni pensarlo! Pues qué, ¿tengo mala cara? Dígame usted con franqueza... ¿tengo mala cara?... Pálido... ¿tal vez? ¿pálido?... No, no, nada de eso. Pero... se me figura que está usted menos alegre, preocupado... qué yo.... Don Víctor suspiró otra vez. Tras una pausa preguntó, con tono quejumbroso: ¿Ha leído usted eso? ¿Qué es eso?

Todas las noches, en la tertulia de la marquesa, mostraba ahora Pirovani el gesto preocupado del que desea proponer algo y cuando va á hablar se siente enmudecido por la emoción. Después de una semana de dudas se decidió á formular su deseo, precisamente la noche en que el oficinista esperaba conseguir el mayor éxito de su vida.

Habíase plantado frente á doña Rosalía, y miraba, con la atención de un can preocupado, el buen color de la costurera que había traído la desolación á aquella casa. Señora dijo Paz con un poco de cortesía, le agradecemos á usted el aviso que nos ha dado, mostrando, como es natural, su celo é interés por la honra de nuestra casa.

En ningún otro punto he hallado con más dulzura la libertad de soñar despierto, ni el encanto de los mares moribundos. La habitación. Permítase á un ignorante que, sin embargo, ha adquirido cierta experiencia á costa suya, dar algunos consejos sobre los puntos que no citan los libros, y que hasta el presente han preocupado muy poco á los hombres de la facultad médica.

Está usted pálido, visiblemente preocupado, bajo el peso de un gran disgusto, sin duda; lo he notado al entrar, a la luz del farol de la escalera.... Y usted también... está. La voz de Quintanar temblaba. Pues eso quiero saber; si usted conoce la causa de mi visita, en parte a lo menos, podré ahorrarme el disgusto de abordar los preliminares enojosísimos de una cuestión....

Melchor las tomó con cierta displicencia, preocupado con el incidente en el Paso, y fue a sentarse en el escritorio, donde se aplicó a la tarea de leerlas mientras Lorenzo hacía lo propio acompañando a Ricardo en la mesa, junto con Baldomero.

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