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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Mas, ¡ay! ¡cuán ampliamente se prodiga el dolor! ¿Quién no ha visto con tristeza los lentos y penosos esfuerzos del molusco sin concha que se arrastra sobre el estómago? Chocante, pero fiel imagen del feto que una cruel casualidad hubiese arrancado del vientre de la madre y arrojado por los suelos indefenso y desnudo.

Maltrana lo miró con más atención que otras veces, como si se despidiese de él. Digamos adiós al noble amigo don Wolfgang, que ha visto con paciencia tantas necedades nuestras... Este fue un hombre feliz. No se vio obligado, como nosotros, a correr el mundo en busca de dinero. La fortuna fue pródiga para él, como una de esas viejas apasionadas que gustan de proteger a los buenos mozos.

Esta que no halla mal que le suceda, Ni le teme atrevida y arrogante, Prodiga siempre, venturosa y leda: Es la que con disignio extravagante Dió en crecer poco á poco hasta ponerse Qual ves en estatura de gigante. No dexa de crecer por no atreverse A emprender las hazañas mas notables, Adonde puedan sus estremos verse.

Elena estaba distraída y me pareció que acogía, con frialdad las frases cariñosas de Luciana, que estuvo, contra su costumbre, pródiga de ellas. ¿Sería la ausencia de Lautrec lo que la tenía tan preocupada? Así lo pensé y sentí renacer todas mis prevenciones. Lacante, que estaba algo delicado y andaba con dificultad, se retiró temprano con su hija.

Las tres primeras, de Argensola, de que pronto hablaremos, sólo merecerían, sin duda, su aprobación porque están escritas en el estilo dramático más antiguo, que él mismo había seguido largo tiempo; por lo menos, en La Isabela y en La Alexandra no se hallan otros méritos, que justifiquen tan exageradas alabanzas como les prodiga.

Por el pié del escombro baja un arroyo artificial que prodiga sus aguas salladoras al Jeneralife, la Alhambra, los cármenes vecinos y Granada. A una profundidad enorme corre el Darro, y, sinembargo, fué de ese riachuelo que, desde muchas leguas de distancia, trajeron corrientes abundantes á sus palacios y jardines los laboriosos Moros, esos amantes del sol y de las aguas juguetonas.

El viejo lo derramaba con mano pródiga. «Bebed, muchachos; en vuestra tierra no tenéis de esto...» Otras veces confeccionaba sus famosos «refrescos», sonriendo con una satisfacción de artista al ver el mohín de voluptuosidad que alteraba los rostros. ¿Cuándo habéis bebido nada semejante? decía con orgullo . ¿Qué sería de vosotros sin el tío Caragòl?...

Ya ves cuán seductor es el rival que tienes, rival que me persigue y a quien no quisiera yo dar los miserables restos de que la cansada vejez no me despoje; divinidad en cuyas aras no quisiera yo hacer ruin libación, vertiendo las heces del cáliz de mi vida, sino derramarle allí, generosa y hasta pródiga, cuando aún está lleno hasta la orla del filtro ardiente de pasiones y anhelos.

desaprobando de este modo el lenguaje, de que había abusado tanto; y aun cuando no se pueda decir que ha abandonado por completo esa manera de escribir, ya natural en él, sin embargo, no prodiga tanto sus frases sonoras y floridas como en otras, sino las guarda para las ocasiones oportunas.

Una mañana se hizo trasladar en su coche al palacio de Requena. Pasmo del portero al abrir la verja y encontrarse con la señorita Clementina, y visible alegría también. Porque, aunque no era tan llana como la ex florista ni tan pródiga, el sentimiento de justicia obligaba a los criados del duque a despreciar a ésta y respetar a aquélla.

Palabra del Dia

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