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Finalmente, la luna se abre paso entre los espacios del cielo: lo mismo cuando su claridad, tierna y temerosa como la mirada de una virgen, tiembla bajo las sombras transparentes, que cuando cae en haces de luz sobre el misterio de la llanura, prestando a todos los objetos encantos inexplicables y dulzuras infinitas; es entonces cuando los bosques se pueblan de rumores misteriosos, de secretos, de pompas.

El, antes de retirarse al lugar después de la muerte de su padre para cuidar de la hacienda y hacer vida de labriego, desengañado y harto del estruendo de las grandes ciudades y de sus pompas vanas, había pasado mucho tiempo en Madrid, en cuya Universidad había hecho sus estudios, y hasta había viajado algo por Francia, Italia e Inglaterra.

Esto es lo que quiero que no olvides y encomiendo a tu buen entendimiento, para que hagas, por egoísmo siquiera, lo que no me atrevo a esperar de tu virtud... Porque, hija mía, yo te quiero mucho, muchísimo, mucho más de lo que puedes imaginarte; pero con todo lo que te quiero, en lo tocante a pompas y chapucerías mundanas, ya te lo he dicho, no fío gran cosa de la veta que sacas, ni del aire que llevas por el camino que sigues... Perdona la franqueza, que a ella me obligan el amor que te tengo y el trance en que me hallo... Y ahora, un beso... ¡el último, hija mía! ¡Y que Dios haga el milagro de infundir con él, en lo más hondo de tu corazón, los sentimientos que llenan el mío en este instante!

Y pude dominar mi indignación, por respeto a las intenciones de mi madre, que no eran, que no podían ser las que cualquiera tendría derecho a leer en la letra descarnada de sus precedentes advertencias, encomios y recomendaciones; cualquiera menos yo, que conocía hasta qué punto cegaban a aquella señora las pompas y vanidades del mundo, y con qué facilidad transigía con los riesgos más graves, si la costumbre los autorizaba y si sus planes de bambolla los pedían. «¡Dinero, dinero a todo trance, y mundo esplendoroso en que lucirle! «Este venía a ser, en substancia, el objeto, el fin, la aspiración única, y hasta la religión de mi madre, y por eso, creyendo de buena fe que en ello trabajaba por mi felicidad, al ofrecerme por marido a don Mauricio, intentaba, con tan poca prudencia, desvanecer los escrúpulos que yo tuviera para aceptarle.

Como aquella señora había ocupado una regular posición, contaba con embeleso cosas del mundo y sus pompas, de los saraos a que asistía, de los muchos y buenos vestidos que usaba. Porque su marido era comerciante de novedades, hombre inferior a ella por el nacimiento; como que su papá era oficial primero de la Dirección de la Deuda.

Se necesitaba un valor heroico para aceptar la invitación á sus comidas, que ella misma preparaba. A los postres hay que pedir por teléfono un médico, y alguna vez será preciso avisar á la Agencia de pompas fúnebres. Entre risas sofocadas, recordaban la historia de la dueña de la casa. Había sido rica en otros tiempos; unos decían que por sus padres; otros, que por sus amantes.

No hay cosa mayor con qué tentarte entre estos solitarios despeñaderos, a ti que estás avezado a las pompas y regalos de la corte; pero a todo se hacen los hombres cuando se empeñan en ello, sin contar con que también aquí hay su sol correspondiente; y aunque es cierto que tarda un poco por la mañana en trasponer los picachos que rodean el lugar, una vez arriba alumbra y calienta y regocija el ánimo como el sol más majo de cualquiera parte.

Parece que la poética imaginación popular lo escoge de preferencia en semejantes días para representar con él las últimas pompas de la vegetación. El heno representa la vejez del año, como las rosas representan su juventud. El alcalde, honrado y buen anciano, padre de una numerosa familia, labrador acomodado del pueblo, presidía la cena, como un patriarca de los antiguos tiempos.

Los meses transcurridos han dejado en él mayor huella que en los demás. Ya no es el varón preocupado de las pompas mundanales, que consultaba al coronel sobre los méritos de sastres y sombreros. Ha vuelto á la esclavitud del pantalón con rodilleras y la corbata de nudo hecho; lleva la barba muy crecida y revuelta.

Se deshace con él en obsequios y atenciones; y, siempre que mi padre trata de hablarle de amor, le pone a raya echándole un sermón dulcísimo, trayéndole a la memoria sus pasadas culpas y tratando de desengañarle del mundo y de sus pompas vanas. Confieso a Vd. que empiezo a tener curiosidad de conocer a esta mujer; tanto oigo hablar de ella.