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Actualizado: 4 de junio de 2025
Juzgándole en el tribunal de mi conciencia, yo no le absolvía, pero reconocía la incompetencia del tribunal. Yo no le absolvía por ser yo el agraviado. Si el agraviado hubiera sido un indiferente, le hubiera absuelto. Podía, pues, matarle, no como justicia, sino como venganza. »Entonces pensé en el duelo; pero ¿cómo pelear ni con espadas ni con pistolas que en la vida he tomado en las manos?
Fabrice, en el momento en que Pierrepont entró, ocupábase en cargar dos pistolas, regalo precisamente de su amigo Pedro, y con las cuales tenía costumbre de tirar por vía de ejercicio en el jardín. ¿Te gustan siempre esas armas? le preguntó el marqués tomando y dejando en seguida sobre la mesa aquella que Jacques acababa de cargar. Encantado respondió. ¿Vas a tirar al blanco? Sí.
Los bandidos sacaron más de dos mil pesos, dejaron mal herido á un religioso y á dos criados... El cura se defendió como pudo detrás de una silla, que quedó rota en sus manos... ¡Espere, espere! decía Ben Zayb tomando notas; cuarenta o cincuenta tulisanes traidoramente... revólvers, bolos, escopetas, pistolas... leon esgrimiendo, silla... astillas... herido bárbaramente... diez mil pesos...
Ya le parecía que por ventanas y puertas entraba una horda de facinerosos armados de puñales, pistolas, cuerdas y otros instrumentos horribles. Cierra bien. Apaga esa luz. ¿Si se irán á entrar por esa ventana? dijo señalando un tragaluz por donde el gato, que tanto respeto inspiraba al señor de Batilo, entraba con dificultad. Aquel tragaluz daba á un patio perteneciente á la misma casa.
Tal vez a impulsos del próximo parentesco se decidiese a regalarle una de aquellas joyas. Puede ser que Margalida le quiera, y entonces el Ferrer me dé una de sus pistolas. ¿Usted qué cree, don Jaime?...
Pep sonrió levemente al adivinar lo que ocurría, y habló al oído del señor. «Nada: lo de todos los bailes. Había peligro, y los atlots ponían en seguridad sus arreglos.» Estos «arreglos» eran las pistolas y los cuchillos que llevaban los muchachos como testimonio de ciudadanía.
La situación del matrimonio seguía difícil y sin mejorar, cuando un día Menchaca, jugando con unas pistolas, no se sabe si inadvertida o intencionadamente, se pegó un tiro en la sien y cayó muerto. Al año Hortensia celebró su matrimonio con don Matías Cepeda; compraron la casa de la calle de la Aduana y la arreglaron.
Esta belga de setenta tiros, dice uno, es capaz de acabar con una partida de negros. Ríase usted de pistolas automáticas, exclama otro; no hay arma más fija que esta. Y se pone á apuntar á derecha é izquierda con un Colt. Papá, yo tengo miedo!, grita un niño. El conductor interviene y todos los "escupe plomos" vuelven á sus fundas.
Esta posesión estaba rodeada de prados y tierras que también pertenecían al Marqués. Los padrinos, dentro de casa, echaron a suerte sobre cuáles pistolas habían de usarse, las que había traído Peña, o las del Duque. Fueron éstas las elegidas. Después redactaron el acta de condiciones.
Y Kernok, poniéndose las pistolas a la cintura, y armándose de un largo cuchillo, se plantó de un brinco en la embarcación. Y si es una emboscada, si el navío hace un solo movimiento gritó al segundo , forzad los remos y poneos a distancia de garfio. Diez minutos después, Kernok saltaba sobre el puente del San Pablo con sus pistolas en la mano y el cuchillo entre los dientes.
Palabra del Dia
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