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Actualizado: 4 de junio de 2025


Yo tenía diez y ocho años, un morrión con un águila de cobre, que le quité á un muerto, y un fusil más grande que yo. ¡Y el Flaire!... ¡Qué hombre! Ahora hablan del general tal y del cual. ¡Mentira, todo mentira! ¡Donde estaba el padre Nevot no podía existir otro! Había que verlo con el hábito arremangado, sobre su jaca, con sable corvo y pistolas. ¡Lo que corríamos!

Su única preocupación fué calcular bien el tiempo, obedecer la orden, no entretenerse en apuntar; hacer fuego antes del terrible tres, para que no le diesen aquel título horripilante y misterioso. Don Marcos entró en el castillo y volvió á aparecer con las dos pistolas cargadas. Dió una al príncipe. Este no necesitaba lecciones.

El dueño de la finca se había negado a que el duelo se realizase dentro aunque les facilitó todos los medios para que no tuviesen necesidad de hacerlo. Se cargaron las pistolas, se eligió terreno, se midió, se sortearon los sitios. Por fin se le puso a cada uno una pistola en la mano. Mientras duraron todas estas operaciones Tristán estaba más que grave, ceñudo. El marquesito sonreía.

Había en esta petición del desdichado artista algo tan conmovedor, que el marqués volvió la cabeza para ocultar la contracción casi convulsiva de su rostro. Será dijo como lo deseas. El pintor guardó las pistolas en su caja y tomó algunos blancos. Conozco mucho estas armas. ¿Quieres que nos sirvamos de otras? ¡Es inútil! contestó Pedro . Yo también he tirado frecuentemente con ellas. ¡Vamos!

Allí acudo dentro de cinco minutos, pues tengo que hablarte, Amaury. Está bien. Le esperaré, padre mío. Y después de hacer una ligera inclinación de cabeza, salió, dirigiéndose a su cuarto. Lo primero que hizo, así que entró, fue abrir el cajón de la mesa donde había dejado las pistolas, y al ver que estaban intactas, se sonrió, alzando los gatillos.

Y por esto y como contase Simoun que los tulisanes estaban muy bien provistos de escopetas, fusiles y revólvers, y que contra semejantes individuos un hombre solo por bien armado que estuviese no se podía defender, S. E. para evitar en lo futuro que los tulisanes adquieran armas, iba á dictar un nuevo decreto concerniente á las pistolas de salon.

Trabucos, carabinas de chispa, carabinas de pistón, de un cañón, de dos cañones, pistolas de arzón, cachorrillos, sables, puñales, navajas. ¿Sería que el capitán, á pesar de su pregonado amor á la paz y sus instintos bucólicos, guardase allá en los repliegues del corazón grato recuerdo de su vida de guerrero? No por cierto.

86. Fué de admirar cuanto cayeron de ánimo los indios con la muerte tan intempestiva de su capitan, en cuyo valor, prudencia y arte, tenian puesta toda su esperanza: y por esto, despues de algunos reencuentrillos que hubo tras el rio Vacacay, desde visperas hasta la noche, es que cuentan los indios una cosa particular: que cierto portugues, hijo de Pinto, Gobernador de la recien construida fortaleza en el Yobí, ó sobrino de parte de su padre, el cual fué muerto por los indios con una bala para vengar dicha muerte, en un caballo elegante, y bien armado de fusil, pistolas y alfange, un Lorenzista, á quien el mozo tiraba á matar, corriendo confiado á caballo h

Quijano hacía de tripas corazón. Le llevábamos al campo del honor, donde con mucho miedo, pero con tesón muy grande, apuntaba al pecho de su contrario; mas como las pistolas estaban cargadas con sal, no pasaba nada... Lo extraño es que siendo medianamente instruido, creyese en influencias de las estrellas, en barruntos y aun en maleficios.

Guarnecía su cintura sobre el fajín lo que llamaban charpa, y era un ancho cinturón de cuero con diversos compartimientos ocupados por dos pistolas, un puñal y un cuchillo de monte, de modo que llevaba el niño en los lomos un completo arsenal, propio para hacer frente a todas las circunstancias imaginables.

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