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Actualizado: 21 de junio de 2025


Pero ¿qué podía importarle á él que los padrinos fuesen unos ó fuesen otros? Pirovani sólo cuenta conmigo siguió diciendo Moreno , y yo vengo á buscarle, don Carlos, para que me saque del apuro como hombre de armas, y sea también padrino del italiano. Protestó el estanciero con vehemencia.

Explicó Moreno todo lo que Pirovani le había confiado al darle sus papeles y las instrucciones que añadió de palabra. Su fortuna era sólida. Antes del duelo le había entregado igualmente todo el dinero que tenía en su alojamiento. El oficinista podía costear el viaje y la instalación de ella por mucho tiempo en un lujoso hotel de Buenos Aires.

Pirovani contestó con vehementes signos de asentimiento Así se hará; dice muy bien ese hombre. Es la primera vez, en mucho tiempo, que estoy de acuerdo con él.

Como la luz se extendía á esta hora horizontalmente, casi al ras del suelo, las sombras de las personas y los árboles se prolongaban con un estiramiento irreal. Primeramente llegó Pirovani escoltado por Moreno y don Carlos, todos vestidos de negro, pero el contratista se distinguía de sus acompañantes por una levita nueva y solemne.

Al abandonar su antigua casa, se dirigió Pirovani á la de Robledo.

Cuando Watson, después de la cena, intentó disculparse con Robledo, pidiendo que le perdonase su rudeza, el español le hizo callar. No hablemos del pasado; tan amigos como antes: lo nuestro resulta un incidente sin importancia. Lo verdaderamente terrible es lo del pobre Pirovani y la situación en que se ve Canterac... Comprendo la impresión que han producido en usted sus palabras. ¡Pobre hombre!

Elena llevaba uno de sus trajes descotados, á los que agregaba ó quitaba adornos para que diesen diariamente una impresión de novedad. El ingeniero francés y Torrebianca iban puestos de smoking y Pirovani seguía ostentando su majestuoso frac... Pero ya no era el único en lucir esta prenda.

Pero como Elena esperaba desde mucho antes este ataque, le fué fácil repelerlo avanzando sus dos manos enérgicamente, á la vez que decía: Eso equivale á quererme hacer pagar el alquiler de la casa, como un vil comerciante. En tal caso, ya no hay regalo. ¡Y yo que le creía á usted un gentleman!... Sintió cierta lástima al darse cuenta de la confusión de Pirovani.

Este acabó por salir una noche de su cuarto vestido también de smoking, y al hacer Robledo gestos de extrañeza, se excusó señalando á su esposa. Cuando en la quinta noche entró Moreno, se apresuró á hablar. ¡Gran noticia! Pirovani ha vuelto al anochecer. Creo que le veremos aquí de un momento á otro. Como el contratista era la novedad de esta velada, todos esperaron su aparición.

El italiano no prestaba gran atención á sus propias palabras, espiando con ojos inquietos á la «señora marquesa» y su acompañante. La tertulia cambió totalmente de aspecto después que Pirovani se presentó con sus rosas. En la noche siguiente estaban los cuatro sentados á la mesa y más silenciosos que otras veces.

Palabra del Dia

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