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Actualizado: 14 de julio de 2025


Lidia se extremeció violentamente, y sus ojos enrojecidos se fijaron de lleno en los de Nébel. Pero éste sostuvo la mirada. ¡Toma, pues! repitió sorprendido. Lidia lo tomó y se bajó a recoger su valijita. Nébel se inclinó sobre ella. Perdóname le dijo. No me juzgues peor de lo que soy. En la estación esperaron un rato y sin hablar, junto a la escalerilla del vagón, pues el tren no salía aún.

Cristeta, comprendiendo que había llegado uno de los momentos más amargos y difíciles de su empresa, hizo un esfuerzo, y arqueando con gesto de desesperación los labios, alterada y sombría la voz, dijo, llenando de pesar a Juan: No nos hagamos ilusiones... Me despreciarías, y harías bien... Esto es un sueño... Me estás volviendo loca, ¡pobre de !... Perdóname... Imposible. ¡Adiós!

Perdóname, querida hermana, si evoco tu sombra que ha transfigurado la muerte, y sufre que en memoria del amor que tuviste por y del ardiente afecto que hacía palpitar mi corazón por ti, trate de expiar la falta que gravita pesadamente sobre y cuya carga tendré sin embargo que soportar hasta el fin de mi existencia.

¿Por qué me retiras tu mano?... ¿No te tiendo yo la mía, y soy el ofendido?... ¿No has venido a reconciliarte conmigo?... , , Álvaro murmuró ella. A eso he venido... Me has asustado... Perdóname, Joaquina... ¡Si supieses qué alegría me causa el oír tu voz!

Ella, arrepentida de su acto, se había echado atrás, retrocediendo unos cuantos pasos. Estaba en el hueco de la puerta, dispuesta á continuar su huída. Se arreglaba maquinalmente los cabellos y secaba sus lágrimas, mientras el rubor se extendía por su rostro. ¡Qué loca soy! murmuró . Perdóname. ¡Es tanta mi gratitud al saber que quieres ayudarme!... Señaló al mismo tiempo el balcón.

Esta única virtud la pongo humildemente a tu servicio por encima de mis tentaciones y de mis ansias.... Olvídame: hazte la cuenta de que nuestro barco de novios ha naufragado y te salvaste pura y sana, en la playa del olvido.... Si hoy te hago sufrir un poco, perdóname pensando que he tenido lástima de ti y me trato sin compasión al decirte adiós.... Fernando

Don Juan ¡parece mentira que sea el hombre capaz de tal perversidad! aprovechó la ocasión, se acercó de puntillas a Cristeta, y arrojándose en sus brazos dijo en voz muy queda, casi, y sin casi, pegando los labios a la linda oreja de su amada: Perdóname, no lo que me hago. Lo grave fue que, en lugar de desasirse en seguida, siguió agarrado a ella.

Perdóname, camaroncito, que yo te dejaría ir; pero mi mujer está esperando su cena, y si le digo que encontré el camarón mayor del mundo, y que lo dejé escapar, esta noche yo a lo que suena un palo de escoba cuando se lo rompe su mujer a uno en las costillas. Y ¿por qué se lo has de decir a tu mujer? ¡Ay, camaroncito!: eso me dices porque no sabes quién es Masicas.

Sin querer te habré ofendido más de una vez, y si es así, perdóname. Si me quieres como dices, yo nunca dejé tampoco de quererte... Pero las mozas no podemos decir lo que nos pasa aquí dentro del pecho como vosotros... Ni está bien que lo digamos; bien lo sabes.

22 Y dije a los levitas que se purificasen, y viniesen a guardar las puertas, para santificar el día del sábado. También por esto acuérdate de , Dios mío, y perdóname según la muchedumbre de tu misericordia. 23 Vi asimismo en aquellos días judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas;

Palabra del Dia

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