United States or Brazil ? Vote for the TOP Country of the Week !


Sin embargo, y aquí vuelve mi escrúpulo: mi propósito de ser clérigo o fraile, de no aceptar o de aceptar sólo una pequeña parte de los cuantiosos bienes que han de tocarme por herencia y de los cuales puedo disfrutar ya en vida de mi padre, ¿proviene sólo de mi menosprecio de las cosas del mundo, de una verdadera vocación a la vida religiosa, o proviene también de orgullo, de rencor escondido, de queja, de algo que hay en que no perdona lo que mi madre perdonó con generosidad sublime?

No quiero decirte por menudo sus grandezas; basta afirmarte que su cirio pascual pesa ochenta y cuatro arrobas de cera , y el candelero de tinieblas, de grandeza notable, es de bronce, y de tanta ostentación y artificio, que si fuera de oro no hubiera costado tanto . Su custodia es otra torre de plata, de la misma fábrica y modelo ; su trascoro no perdonó piedra esquisita y preciosa a los minerales; su monumento es un templo portátil de Salomón .

En efecto, la pobreza, la suciedad de aquel pequeño pueblo, su insoportable calor, pues el sol, reflejándose sobre la montaña, reverberando en las aguas y cayendo a plomo, eleva la temperatura hasta 36 y 38 grados, y el abandono completo en que se encuentra, hacen de la permanencia en él un martirio verdadero. Pero todo, todo lo perdono a la Guayra, menos el Hotel Neptuno.

Tuvo noticia de ello el Rey, y cuando conversó con el festivo abogado prendóse tanto de él, que no sólo le perdonó la multa, y la vida al delincuente, sino que, además, ya no pudo pasar sin el trato de Vélez de Guevara, a quien protegió sobremanera. Esto fué lo que suele llamarse hablar de memoria, porque en todo el relato no hay otra cosa verdadera que lo de ser Ecija la patria del escritor.

¡Pero si ha sido una broma, niña!... Perdóname, soy muy bruto. Pégame: dame una bofetada, que bien lo merezco. María de la Luz, con el rostro ligeramente arrebolado por el restregón de sus manos, sonreía vencida por la humildad con que el novio imploraba su perdón. Te perdono, pero márchate en seguía. ¡Mira que van a salir!... , ¡te perdono! ¡te perdono! No seas pelma. ¡Vete!

Teníamos el viento de proa; la lluvia nos privaba con frecuencia de subir al puente y la niebla invadía hasta nuestros camarotes. El mareo no perdonó más que al niño y a la enferma; y es que hay estados de gracia para los que entran en la vida y para los que se disponen a abandonarla.

En emboscada miserable y ruín me has acechado, y en pleno corazón me has asestado sin compasión, amor, tu puñalada. No te guardo rencor. Mi amor sincero es tan intenso que me llena el pecho. Me ha herido tu traición, como un acero... Yo te perdono el daño que me has hecho. ¡A qué, guardar rencor, si todo ha sido tan sólo un sueño que alegró mi vida... un bálsamo fugaz sobre una herida...!

No, no quiero saberlo. Te lo perdono y ahora te pido por favor que no digas nada, que no nos interrumpas. también, Charito. Venga aquí, Muñoz, venga. Volvió él a sentarse. Las manos le temblaban. Sus facciones tenían una expresión de pasmo. Nunca la había sentido más lejos de su alma, ni más inasequible. Su instinto percibía una misteriosa falsedad en aquella sumisa actitud de Adriana.

Levanté una mano, y bajándola suavemente ante sus ojos desmesuradamente abiertos y desesperados de terror. ¡Morid en paz! le dije ¡Yo le perdono! No había aún acabado estas palabras cuando su fisonomía marchita se iluminó con un relámpago de alegría y de juventud. Al mismo tiempo brotaron dos lágrimas de sus hundidas órbitas.

Luego agregó: Sea por siempre bendita y bendecida. El llanto de Vérod era tempestuoso. Roberto, ¡qué bueno es usted! ¡Gracias!... ¡Adiós!... Diciendo esto, se inclinó a besar la mano del joven. Pero Roberto Vérod la retiró y abrió los brazos. Los dos hombres permanecieron un momento estrechamente abrazados. El Príncipe preguntó en voz muy baja: Hermano, ¿me perdonas? Te perdono, hermano.