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Actualizado: 9 de mayo de 2025


El rey esperaba á que Quevedo hablase, pero Quevedo se mantuvo mudo é inmóvil como una estatua, pero con la mirada fría y fija en el rey. El rey se sentía mal ante aquella mirada, vista por aquellas antiparras. ¿En qué pensáis, don Francisco? dijo el rey por decir algo.

Pero el bufón, que tenía sobre un dominio inmenso, apresuró el paso para ponerse cuanto antes á cubierto de ella. El cocinero mayor se quedó atrás. ¡Eh! ¡señor Francisco! dijo el bufón ; ¿en qué pensáis? andad de prisa, amigo mío, andad de prisa, que necesitamos aprovechar el tiempo... y sobre todo... si queréis que se os haga justicia...

5 ¿Pensáis que la Escritura lo dice sin causa, El espíritu que mora en vosotros codicia para envidia? 6 Mas él da mayor gracia. Por esto él dice: Dios resiste a los soberbios, y da la gracia a los humildes. 7 Sed pues sujetos a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. 8 Allegaos a Dios, y él se allegará a vosotros. 9 Afligíos, y lamentad, y llorad.

No es tan libre la del soldado, a mi parecer respondió don Juan , que no tenga más de sujeción que de libertad; pero, con todo esto, haré como viere. Más veréis de lo que pensáis respondió Preciosa , y Dios os lleve y traiga con bien, como vuestra buena presencia merece. Con estas últimas palabras quedó contento Andrés, y las gitanas se fueron contentísimas.

Haceos cargo de que vuestra Proserpina es cosa secundaria cuando se trata del triunfo del derecho. Mientras, los demás nos disponemos a la gran batalla en pro del derecho y la justicia batalla en que acaso perdamos la vida , vos sólo pensáis en vuestra Proserpina.

Ved lo que hacéis, o más bien lo que pensáis hacer, señor soldado, dijo la tía Zarandaja, mirando con asombro a Cervantes; que en una temeridad tal podíais dar, que os cueste cara; que no querría yo que a un mozo tal como vos, que sois un pino de oro, y tan amado por una tal y tan rica hembra de la hermosura como doña Guiomar, le aconteciese una desgracia; que no me consolaría de ella en todos los días de mi vida.

Poca cosa cuando tan grande es el placer de serviros, contestó Roger, vivamente complacido al oir aquel elogio de tales labios. ¿Y vos? ¿Qué pensáis hacer ahora? ¿Véis á lo lejos, allá abajo, aquel enorme tronco, junto al rosal silvestre?

Es de esperarse, Reinita. Es de esperarse... Contestadme de un modo más categórico, mi cura. ¿En qué pensáis? ¡Oh! no es posible que se enamore de una extranjera; decidme que no es posible y que pronto me querrá. Lo deseo ardientemente, pobre hijita mía; pero harías bien en suponer lo contrario y prepararte de antemano. Me vais a hacer morir de impaciencia, con vuestra resignación, señor cura.

Y, diciendo esto, se sentó en mitad de la sala, en el suelo, molido y quebrantado de tan bailador ejercicio. Hizo don Antonio que le llevasen en peso a su lecho, y el primero que asió dél fue Sancho, diciéndole: ¡Nora en tal, señor nuestro amo, lo habéis bailado! ¿Pensáis que todos los valientes son danzadores y todos los andantes caballeros bailarines?

Decir no dirás, pero hablar hablas sin saber lo que hablas.... Pensáis que no hay más que mudar y mudar y meter pillos.... Aquí se requiere honradez. Eso ya se sabe. Por de contado que ... Demasiado. Pues el que os oiga.... Y vamos acá.

Palabra del Dia

hociquea

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