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Actualizado: 25 de junio de 2025


¿Por qué esta bendita Nela no tiene un traje mejor? añadió la señorita de Penáguilas . Yo tengo varios y le voy a dar uno, y además otro, que será nuevo. Avergonzada y confusa, Marianela no alzaba los ojos.

Señora murmuró la Nela yo no la aborrezco a usted, no... no la aborrezco.... Al contrario, la quiero mucho, la adoro. Diciéndolo, tomó el borde del vestido de Florentina, y llevándolo a sus secos labios lo besó ardientemente. ¿Y quién puede creer que me aborreces? dijo la de Penáguilas llena de confusión . Ya que me quieres. Pero me das miedo... levántate.

»Pero ella está hecha para realizar en poco tiempo grandes progresos y ponerse al nivel de nosotros. Alúmbresele un poco y recorrerá con paso gigantesco los siglos... está muy atrasada, ve poco; pero teniendo luz andará. Esa luz no se la ha dado nadie hasta ahora, porque Pablo Penáguilas, por su ignorancia de la realidad visible, contribuía sin quererlo a aumentar sus errores.

Este es un ejemplo del estado a que vienen los seres moralmente organizados para el bien, para el saber, para la virtud y que por su abandono y apartamiento no pueden desarrollar las fuerzas de su alma. Viven ciegos del espíritu, como Pablo Penáguilas ha vivido ciego del cuerpo teniendo vista. Florentina, vivamente impresionada, parecía haber comprendido las observaciones de Golfín.

A la misma hora Teodoro Golfín salía de la casa de Penáguilas. Llegose a él Choto y le dijo atropelladamente no sabemos qué. Era como una brusca interpelación pronunciada entre los bufidos del cansancio y los ahogos del sentimiento. Golfín, que sabía muchas lenguas, era poco fuerte en la canina, y no hizo caso.

Habíase acostumbrado a respetar, en virtud de un sentimentalismo contagioso, al Dios crucificado; sabía que aquello debía besarse; sabía además algunas oraciones aprendidas de rutina; sabía que todo aquello que no se poseía debía pedirse a Dios; pero nada más. El horrible abandono en que había estado su inteligencia hasta el tiempo de su amistad con el señorito de Penáguilas era causa de esto.

Todas, todas las ciencias las he de aprender, y ni una sola se me ha de quedar.... Verás ... Pues debe de haber muchas. Pablo Penáguilas que las sabe todas, me ha dicho que son muchas y que la vida entera de un hombre no basta para una sola. Ríete de eso.... Ya me verás a ... Y la más bonita de todas es la de D. Carlos.... Porque mira que eso de coger una piedra y hacer con ella latón.

Un horror instintivo la alejaba de la casa de Aldeacorba, horror con el cual se confundía la imagen de la señorita de Penáguilas, como las figuras que se nos presentan en una pesadilla; y al mismo tiempo sentía nacer en su alma admiración y simpatía considerables hacia aquella misma persona.... A veces creía con pueril inocencia que era la Virgen María en esencia y presencia.

Pronto será hora de comer. , vamos, comerás conmigo, y esta tarde saldremos otra vez. Dame la mano, no quiero que te separes de . Cuando llegaron a la casa, D. Francisco Penáguilas estaba en el patio, acompañado de dos caballeros. Marianela reconoció al ingeniero de las minas y al individuo que se había extraviado en la Terrible la noche anterior.

¿En dónde está Pablo? preguntó el ingeniero. Acaba de bajar a la huerta replicó el señor de Penáguilas, ofreciendo una rústica silla a Sofía . Mira, Nela, ve y acompáñale. No, no quiero que ande todavía objetó Teodoro, deteniéndola . Además va a tomar leche con nosotros. ¿No quiere usted ver a mi hijo esta tarde? preguntó el señor de Penáguilas.

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