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Actualizado: 26 de julio de 2025
A mí me gusta la paz y concordia entre príncipes cristianos. Una vida descansada, mi misita por las mañanas con la fresca, mi corito mañana y tarde, mi altar mayor cuando me toque, mi paseíto por las tardes, y vengan penas». Cuando estaban almorzando, Fortunata no podía alejar de sí este comentario: «Si fue un bien que me adecentaras, estúpido, ya te lo he pagado y no te debo nada».
No quise llamar a Matilde; pero espié sus pasos, y, cuando la vi en el patio, salí de mi cuarto metiéndome los guantes y me hice el encontradizo. ¿Va usted a dar un paseíto? me preguntó como si nos tratásemos hacía años. Voy a ver un poco las calles hasta la hora de comer... ¿Usted sabe dónde está un convento que se llama, según creo, del Corazón de María? le pregunté afectando gran indiferencia.
¿Y qué quieres?... ¿Quieres que encontremos fea o desapacible a esta espléndida mañana? ¡Bravo! ¡Progresamos! Conque espléndida, ¿eh? ¿No te decía yo que al empezar este paseíto iniciaríamos la mejoría? ¡Déjate de tonteras! interrumpió Ricardo, pues nos vas a poner en el caso de no poder hablar.
Abrigado en su ruso, que llevaba más de seis inviernos encima, salió a dar su paseíto higiénico de costumbre; podía él perder la sobremesa, y aún la lectura de los diarios vespertinos, pero no su paseo de digestión, que ocupaba lugar preferente en su programa de cada día.
Pero, en fin, más vale que mintieran los síntomas; porque verdaderamente... no era de envidiar el gusto ese... Y a otra cosa: mañana no, porque estaré ocupada en casa; pero pasado mañana ¿podríamos dar otro paseíto en el yacht?... Ya sabe usted que está enteramente a sus órdenes. ¡Cómo me gusta eso, Leto!... Cada día más... Pero, hombre, ¿cuándo haremos una escapadita afuera?
Vamos, que es para pegarte le contestó doña Lupe . ¡Tomarla así con la pobre Papitos!... Mira, cuando te den manías, échame a mí toda la culpa. Yo sé desenvolverme y probar mi inocencia. Y ahora, ¿por qué no os vais los dos a dar un paseíto por el Retiro? Hasta las nueve no hace calor; la mañana está deliciosa. Fortunata apoyó esta proposición, pero él no tenía ganas de salir.
Y si pilla usted un catarro, ¿cómo podrá resistir la vida dura del año de noviciado? repuso el clérigo aproximándose. Por los ojos de la joven pasó una nube sombría y quedó repentinamente seria. Luego, haciendo un esfuerzo para animarse, dijo: ¿A que no se atreve usted a desenganchar esa lancha para que demos un paseito por el río? ¡Ya lo creo que no! Pues yo sí... Ahora va usted a ver.
Os juro por la cabeza de Hércules, de Júpiter, de Venus, de Baco, de Afrodita, que todos nosotros... En fin, ya me comprendéis, ¿verdad? ¡Señores romanos de la antigüedad, al asalto! CLEOPATRA. Ahora iremos a dar un paseíto. ESCIPIÓN. ¡Todo lo que queráis, señoras! ¡Señores romanos de la antigüedad, adelante! ¡Un, dos! ¡Un, dos! ¡No todos a una! ¡Cada cual cuando le toque!
Ya no le sacarían ningún ejemplo que la confundiera y abrumara. Ya Dios las había hecho a todas iguales... para poderlas perdonar a todas. Insomnio -i A las doce de un hermoso día de Octubre, D. Manuel Moreno-Isla regresaba a su casa, de vuelta de un paseíto por Hide Park ... digo, por el Retiro.
Dios nos libre. ¿Al teatro? Abominación. ¡A la novena, al sermón! y de Pascuas a Ramos un paseíto con la mamá por el Espolón o el Paseo de Verano; los ojitos en el suelo; no se habla con nadie; y en seguida a casa. Después viene la gran prueba: el viaje a Madrid.
Palabra del Dia
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