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Actualizado: 24 de octubre de 2025
No podré explicarme bien dijo la condesa sino por medio de una comparación, porque no soy elocuente como Eloísa. Hace algún tiempo que vino a vemos una de nuestras parientas de Jerez, mujer muy devota, cuyo marido es muy aficionado a las artes. Lo primero que traté de enseñarles fue, por supuesto, nuestra hermosa catedral.
Llegó al de las jóvenes, algunas de las cuales eran sus parientas. Entre ellas tenía gran partido, pero viendo que no les hacía caso por atender a sus recomendados, se habían conjurado contra él y querían vengarse. Apenas se les acercó, cuando todas quedaron de repente graves y silenciosas. ¿Si me habré convertido yo, sin saberlo, en cabeza de Medusa? dijo Arias.
Fuera de las frecuentes ausencias que hacen los curas y compañeros dentro de la misma provincia de unos pueblos a otros con motivo de funciones de iglesia, y otros particulares en que tal vez dejan solo el pueblo de su cargo por algunos días, hacen otras ausencias fuera de la provincia con motivo de ir a Buenos Aires a cobrar los sínodos, y a Corrientes y el Paraguay a ver sus parientas.
Buen día, querida mía dijo la señora Aubry, besando a la joven. ¿Veré hoy a tu madre? No, tía; mamá está con jaqueca, como siempre; pero Bertrán vendrá a buscarme. La puerta del salón se abrió. Dos señoras ancianas, vestidas de negro, entraron discretamente. Eran dos parientas de provincia, a quienes la señora Aubry acogió con afectuosa amabilidad.
Las mugeres de distincion, ó las parientas de los caciques pueden tener esclavos que las ayuden, aun en lo mas penoso de sus trabajos; pero si carecen de ellos, deben aguantar como las demas. Corresponde al marido hacer las provisiones de caballos, avestruces, guanacos, liebres, jabalies, armadillos, antas, &a., ó lo que el país produce.
Estas lindas estrellas de la tierra, que esmaltan los jardines con su púrpura risueña, son parientas lejanas del orgulloso clavel. ¡Nadie lo diría, porque son tan modestas...! Allí está. ¡Qué noblemente pliega el aromático turbante blanco y rojo de mil rizos! Salud al califa espléndido, magnífico, soberano.
Pues comiendo conmigo aquella noche las dos parientas mencionadas, estuve a pique de cometer con ellas los mayores desatinos.
Antes de salir de casa se habían picado las chicas por diferencias de opinión sobre lo que debían de ponerse para hacer aquella visita. Al fin se vistió cada una de ellas como mejor le pareció; pero todo el camino fueron tiroteándose a media voz unas a otras. Aún duraba la resaca cuando se cruzaron con las parientas de «los de Peleches» a la puerta misma del salón.
La madre y la esposa del torero, entre parientas y amigas, marchaban al frente, haciendo crujir a su paso la gruesa seda de las faldas negras y sonriendo dulcemente bajo sus mantillas.
Sus parientas, las hijas del marqués, unas solteras, otras acompañadas de sus maridos, la recomendaban prudencia. ¡Por Dios, Sol! ¡Que no hiciese locuras!... Entraron los derribadores en el cerrado, siendo acogidos al atravesar la empalizada por los aplausos de la gente popular que había acudido a la fiesta.
Palabra del Dia
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