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Actualizado: 25 de junio de 2025
Barragán se sentó y a su lado Tristán. Aquél volvió a pasear una mirada salvaje por la estancia y sonriendo ferozmente preguntó con la mayor finura: ¿Cómo está usted, Tristanito? Bien, ¿eh? ¿Y Clarita? ¿y el niño? Me alegro, me alegro muchísimo. Una vez enterado de la salud de todos pensó Tristán que el paisano pasaría a explicarle el asunto serio que allí le traía. Pero no fue así.
Afortunadamente, a aquella hora sólo había unas pocas señoras, que fingieron no verles, y luego, a sus espaldas, se miraron con el ceño fruncido y moviendo la cabeza. «¡Qué escándalo!...» Luego pasaron ante Isidro, que hablaba con Zurita de espaldas al mar. El doctor los siguió con un gesto de cómica admiración. Compañero, ¡y qué valiente es su paisano! Cada día con una... ¡y a su edad!
Los dos primos se contemplaron con una curiosidad no exenta de recelo. Les ligaba un parentesco íntimo, pero se conocían muy poco, presintiendo mutuamente una completa divergencia de opiniones y gustos. Al examinar Argensola á este sabio, le encontró cierto aspecto de oficial vestido de paisano.
Hubo de curioso en este Concilio que habiendo investido Amat al franciscano fray Juan de Marimón, su paisano, confesor y aun pariente, con el carácter de teólogo representante del real patronato, se vió en el conflicto de tener que destituirlo y desterrarlo por dos años a Trujillo.
Pero por un contraste singular, el calavera temerón, una vez militar, afecta no llevar el uniforme, viste de paisano, salvo el bigote; sin embargo, si se examina el modo suelto que tiene de llevar el frac o la levita, se puede decir que hasta este traje es uniforme en él.
La historia nos dice, que todo el ganado que hay, desde aquí al rio de la Plata, desciende de siete vacas y un toro que trajo mi paisano Juan de Salazar. Dicho Sr. Flores, hablando de esto, tiene por imposible la prosperidad del ganado en dichos lugares, alegando otras razones; y los de Curuguatí, que son vecinos y de la misma calidad, no pueden mantenerlos.
El otro día me puso una carta en la mano; pero yo la dejé caer. ¿Pues? Es un tío lila, ¿sabes? ¿Pero no acabas de decirme que le quieres? ¡Qué sé yo si le quiero! dijo alzando los hombros con displicencia. Pues eres la más interesada en el asunto. Desde un día en que le vi de paisano con unos pantalones muy cortos, se me ha quitado bastante la ilusión.
Yendo caminando, llegó a la reja de la entrada, donde se halló con un joven paisano, de trece a catorce años, que quedó sorprendido al verlo; el barón creyó reconocer en él a un muchacho empleado en una posada del pueblo. La turbación del muchacho fue tanta, que el señor de Maurescamp, a pesar de sus preocupaciones, no pudo dejar de notarla. ¿Qué quieres? ¿A dónde vas? preguntole.
Que el diablo me lleve si no ha engordado este bribón de pocos meses á esta parte dijo el paisano. ¿Cómo no apuntó un minero si todo lo que sudamos pasa al cajón de su mostrador? ¿No habéis reparado que cuanto más gana este ladrón peor vino nos da? De eso debéis estar agradecidos respondió el tabernero.
Sobre todo esto, para ir a misa o a cualquier otra ceremonia o visita de cumplido, se pone mi paisano la capa. Sería una falta de decoro, casi un desacato, presentarse sin ella aunque señale el termómetro treinta grados de calor. En efecto, la capa, como toda vestidura talar y rozagante, presta a la persona cierta amplitud, entono y prosopopeya.
Palabra del Dia
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