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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


No pudo resistir a la tentación y dio cuenta a ésta de la conversación que acababa de tener con el paisano en tono de broma y haciendo comentarios humorísticos como quien está bien seguro de lo disparatado del asunto. Clara se puso pálida, luego roja como una brasa, y renunció a comer por el momento dando señales de profundo abatimiento.

De repente me sacó de mis sueños y contemplaciones la voz del ordenanza, quien tocándome en el hombro, me decía: ¡Ahí está el jefe!... ¡aproveche! Avanza hacia un hombre alto, delgado, de color pálido, ceñudo, pero en cuya fisonomía serena se leía algo de bondadoso que atraía: ¿Qué se le ofrece, paisano?

Y continuó en su sitio sin entender al teniente, que le ordenaba la fuga con rudas palabras. ¡Paisano testarudo!... El eco de la explosión había poblado la carretera de jinetes. Salían de todas partes, uniéndose al primitivo grupo. Los hulanos galopaban con la certeza de que el pueblo estaba abandonado. ¡Fuego!...

El hombre, callado, parecía participar de la desconfianza de su mujer. Pero, vamos a ver recomenzó mi tío, ¿les parece que soy muy viejo para mi mujer, no es verdad? ¡Ah! no es eso solamente dijo el paisano, con cierta inocencia; es que aquí ha venido la señora con otro señor, y nosotros hemos creído que ese era su marido.

Me acuerdo que cuando usted llegó traía una gabardina de color de ala de mosca muy bien hecha y chalina azul celeste muy linda... Reconozco que le sienta a usted bien el traje de paisano, pero a me gusta usted más de uniforme. Será un capricho, pero no lo puedo remediar. ¡Vamos, que de uniforme y con esos bigotes a la borgoñona está usted del todo simpático!

El aldeano, al ver el cañón frente a , se asustó mucho y comenzó a gritar, extendiendo las manos hacia Andrés: ¡No tire usted, señorito! ¡no tire usted, señorito! El joven bajó el arma y le dejó marcharse. Cuando se volvió hacia Rosa, la encontró riendo por el terror del paisano. Sin embargo, no tardó en ponerse seria y en decirle gravemente: Ya lo acaba usted de oír, D. Andrés.

En esto los hábitos del paisano son diametralmente opuestos á los del obrero de las ciudades, en quien el instinto de sociabilidad, fuertemente estimulado por el medio en que vive, favorece mucho la comprension de las cosas colectivas.

Nada menos que la figura odiosa, espantable, bárbara del paisano Barragán. En cualquier paraje de la tierra el rostro de este hombre era muy apto para producir una impresión de espanto. En medio de un bosque solitario no hay para qué encarecer lo que haría. Elena no había podido acostumbrarse a mirarle y cuando necesitaba dirigirle la palabra lo hacía bajando los ojos o volviendo la cabeza.

D. José María Gutiérrez de Alba, paisano de Monroy, poeta distinguido y viajero español en América, y autor de una curiosísima relación de sus viajes por Colombia, que, como tantos otros trabajos que honrarían á nuestra nación, están inéditos hasta ahora, por falta de editor que los publique.

Quedábamos al fin de nuestro artículo anterior en el calavera temerón. Verdad es que es muy esencial, y más importante de lo que parece: el uniforme ya es la mitad. Es decir, que el paisano necesita hacer dobles esfuerzos para darse a conocer; es una casa pública sin muestra; es preciso saber que existe para entrar en ella.

Palabra del Dia

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