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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Desde las diez del día comienzan a dar varias vueltas con orden, a toque o ruido de cajas, por la plaza, unos a pie y otros a caballo, en que arman varias escaramuzas y torneos; hasta las doce, a cuya hora se anuncia la festividad con repiques de campanas y algunos tiros de camaretas, a cuya señal concurren todos los del pueblo a la puerta de la iglesia, en cuyo pórtico está colocado el real retrato en el lado correspondiente al evangelio, en un cajón, con sus puertas y cortinas interiores, y al lado opuesto están las armas reales pintadas en la pared o en lienzo.
Juan llegaba al pórtico, cuando oyó que lo llamaban. ¡Señor Juan! ¡señor Juan! Detúvose y se volvió; ella estaba a su lado. ¿Os vais... sin decirme adiós? Dispensad, señorita, estoy muy fatigado. Entonces, no os vayáis así, a pie. Va a llover. Y extendió la mano hacia fuera. ¡Mirad! ya llueve. ¡Oh! apenas. Venid a tomar una taza de té conmigo sola en el saloncito, y os haré llevar en carruaje.
También ella salió, pero no podía andar; los pies le pesaban como si fuesen de plomo. Dejose caer sobre uno de los bancos del pórtico y allí aguardó un rato. Estaba ya obscureciendo. Levantose al fin y con paso vacilante se dirigió por la única calle del pueblo hasta la casa que le habían designado. La tienda estaba iluminada por una menguada lámpara de petróleo.
El merendero o cenador, donde comimos las fresas aquella tarde, que fue la segunda vez que Pepita y Luis se vieron y se hablaron, se ha transformado en un airoso templete, con pórtico y columnas de mármol blanco. Dentro hay una espaciosa sala con muy cómodos muebles.
Delante de la puerta se veía un pórtico rústico cubierto de rosas trepadoras, y fuera, sobre un lado del camino, un viejo sillón Windsor, que parecía que acababa de quedar desocupado. Mientras examinaba la fotografía junto de la luz, la hija del muerto leía rápidamente el documento que su padre había escrito.
Por un pórtico grandioso se entra, entre sacos de trigo y muestras de mineral, al palacio de hierro de Chile: allí la madera fuerte de los bosques del indio araucano, los vinos topacios y rojos, las barras de plata y oro mate, las artes todas de un pueblo que no se quiere quedar atrás, la sal y el arbusto colorado del desierto: al fondo hay como un jardín: las paredes están llenas de cuadros de números.
Burdeos puede considerarse como un gran pórtico que da entrada á Paris: la idea que su conjunto imprime en el ánimo, prepara y medio dibuja las colosales proporciones de la soberbia ciudad que se llama Paris. Diferentes empresas de carruajes hacen el servicio del interior de la ciudad. El afan con que yo deseaba llegar cuanto ántes á la capital de Francia, me hizo abandonar mas pronto á Burdeos.
A la derecha é izquierda del atrio están sobre cartelas á la altura de seis palmos Santa Engracia y Santa Mana Magdalena, estatuas del tamaño natural bastante regulares. En los lienzos contíguos al pórtico hay dos grandes cuadros al oleo, mal egecutados; el de la derecha representa la venida de Nuestra Señora del Pilar y el de la izquierda Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo.
Vetusta era de ellos: la soledad del verano parecía darles posesión del pueblo; hablaban en el pórtico de la catedral mucho tiempo para despedirse, sin miedo de ser vistos; como si aquella soledad de la iglesia se extendiera a todo el pueblo. Anita encontraba la vida de Vetusta más tolerable que en invierno. En este particular no se entendían ella y su marido.
Al salir tropezó cerca del pórtico con la tía Brígida y la tía Jeroma, aquellas venerables hermanas que tuvieron la dicha de dar al mundo al prudente Quino y al pernicioso Bartolo, de fama inmortal. La habían visto desde un prado próximo entrar en la iglesia y picada su curiosidad bajaron rápidamente á esperarla.
Palabra del Dia
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