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Actualizado: 16 de junio de 2025
La petulancia caballeresca, la fogosidad de las costumbres y la agudez del lenguaje del italiano Mercucio, no tienen más verdad que la ferocidad sensible y la heroica ingenuidad de Otelo, ni más individual que el vaporoso infantilismo de Puck y la grosera brutalidad de Caliban.
Graciana debía velar aquella noche por el bebé; la noche anterior había estado de pascana con su Otelo; porque es necesario saber que Graciana estaba fuertemente apasionada del mulato.
Véase cómo aquellos tres elegantes de la víspera, que tenían que asistir a oír el Otelo en los Bufos, disfrutaban aquel día de dos conciertos en vez de uno.
Los primeros planes que ideé se resintieron, como es natural, del estado de exaltación en que me encontraba yo; así, no se me ocurrieron más que feroces combinaciones y proyectos tan locos como salvajes, mientras pasaba revista en mi memoria a todas las catástrofes amorosas ocurridas en el mundo desde Otelo hasta Ansony.
Regalaréte entonces Mil varios pececillos Que al verte, simplecillos, De ti se harán prender. María Valdivieso oía estupefacta aquellas expansiones idílicas, cuando esperaba ella que Currita se apresuraría a interrogarla con el mismo furor y los mismos transportes con que Otelo interrogaba a Yago.
En cuanto a mí, con los ojos chispeantes, el pecho hinchado por los sollozos, les contaba la agonía de mi pobre hermana y mis horribles imprecaciones cuando vi que estaba muerta... muerta para siempre... entonces ellos, palmoteando, decían: «¡Qué expresión! ¡qué gesto! ¡Qué bien representaría el Otelo!» Sí, cuando yo les contaba mis combates por la independencia de España, que me habían proscrito; cuando mi exaltación africana llegaba hasta el delirio y yo gritaba jadeante: ¡libertad! ¡libertad!... ellos decían: «¡Qué hermoso está! ¡Qué bien representaría el Bruto!» Y después, cuando habían asistido a la tortura moral que me imponían exaltando mis recuerdos, se iban tranquilamente al baile, a sus ocupaciones, a otros placeres: porque para ellos todo estaba dicho: la comedia ya había sido representada.
No hay que olvidar que mañana la Grisse vuelve a cantar el Otelo. Tienes razón; ya no me acordaba. Concurriremos a la iglesia para que nos vean; la cuestión es que Amaury no pueda quejarse de que faltamos. Y dicho esto, prosiguieron su interrumpido camino. Cuando Amaury se separó de ellos asaltó su cerebro una idea que ya otras veces había acudido a su mente aunque con más vaguedad.
Y luego, aunque se quede usted sólita en el baile, mucho cuidado con aceptar invitación de tantos pollos amables, porque si el señor sabe que se ha bailado, pone un hocico inaguantable y habla de un tal Otelo, y dispara un soneto en que le pone a una de pérfida, perjura e infiel, que no hay por dónde cogerla.... No señor; la cosa no puede seguir así.
El gemido del agua se pierde en una vaguedad por la senda de las acacias; y las ruinas adquieren, bajo la luna, esplendor de remotas aristocracias. Estas grises estátuas han visto acaso la pareja, de rosas engalanada, esfumarse en túpidos fondos de raso; y lucir como un dardo de amor y celo, en la noche de estrellas, embalsamada, el puñal veneciano de algún Otelo... Abril, 1922.
Me parecía que si despertaba y me veía iba a soltar una carcajada. »Así llegué junto a ella. Ella no se despertó. Dormía con la boca entreabierta, mostrando sus dientes blanquísimos e iguales. ¡Qué frescura y qué rojo carmín en sus húmedos labios! ¡Qué largas pestañas unidas! ¡Qué sonrisa apacible! ¡Qué frente serena! Si Desdémona hubiera sido como Beatriz, Otelo no le hubiera dado muerte.
Palabra del Dia
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