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Actualizado: 26 de julio de 2025
Ya hemos privado á los alimentos de todos sus sabores: el universo existe como antes: privémosle de sus olores, alterando los cuerpos odoríferos, ó el órgano del olfato. ¿Qué resultará? lo mismo que hemos notado con respecto al sabor.
El argumento analógico del tabernero no fue bien aceptado por el herrador, que era un hombre fundamentalmente opuesto a los términos medios. ¡Bah! ¡bah! ¡bah! dijo con nueva irritación, dejando el vaso , ¿qué tiene que ver aquí el olfato? ¿Un fantasma le ha puesto nunca a nadie negro el ojo? Eso es lo que desearía saber.
El venerable Butrón seguía desde su agujero toda aquella pantomima, y murmuraba nervioso y exaltado: ¡Bien por Currita!... ¡Es lista esa mona Jenny, caramba!... ¡Con que María Villasis haga lo mismo, triunfamos! El señor Pulido, profeta siempre de desdichas, se permitió dudarlo; su olfato finísimo había adivinado un escollo en que el respetable Butrón no paraba mientes.
Su entrada en el ministerio había de ser un poderoso puntal que aparcase las tendencias tolerantes y olvidadizas de la política restauradora. Al olfato finísimo del señor Pulido habían llegado todos estos apartes, y apresuróse a notificarlos al amigo Pepe, temeroso de perder la deslumbradora proyección que sobre su persona y parentela arrojaría la poltrona ministerial de este.
Es una olutaria bankolungan dijo el Capitán . Es una especie muy apreciada, y que los chinos pagan bastante cara. Y ¿cuál es la conformación de esos moluscos? No les veo ni cabezas ni ojos. No tienen cabeza ni ojos, Cornelio. Tampoco tienen oído ni olfato, pues les faltan los órganos de esos sentidos.
Un señor, vestido con cierta elegancia, comienza a llegar a hora determinada a un almacén, cuyo propietario encierra en el fondo de su alma un inmoderado deseo de lucro, que tal vez ha pasado desapercibido para el vulgo, pero que el olfato finísimo de los estafadores ha descubierto.
Figuraos ahora realzada la imponente magestad de esa gran mezquita con las galas de que pueden revestirla el mas esquisito gusto y la riqueza, de consuno con las exigencias de una religion inventada para cautivar los sentidos, y se deslumbrarán vuestros ojos con la masa de luz de los candelabros, se embriagará vuestro olfato con las preciosas esencias quemadas bajo aquellos taraceados artesones, halagarán todo vuestro cuerpo las tibias auras primaverales impregnadas de azahar, que se deslizarán por vuestra sien trayéndoos deshechos en ráfagas los trinos de los ruiseñores con los brillantes globulillos del agua que se estrella en el duro mármol de las fuentes.
Y en voz alta: pues siendo así, niña, creo que no debes hacer un desaire al señor de Miranda. Es todo un señor... y en política, ¡vamos, es mucho olfato el suyo! ¿A ti no te desagrada? Ya he dicho que no repuso Lucía, en tono más tranquilo. La misma tarde fue el Leonés a llevar en persona a Miranda la satisfactoria respuesta. Colmenar escribió al señor Joaquín una carta que tuvo que leer.
Yo nunca he visto fantasmas; pero entonces me digo: «Muy probablemente tú no tienes el olfato necesario.» Es decir, que pongo el fantasma en lugar de un olor y viceversa. Por eso es que estoy por las dos opiniones. Como siempre digo, la verdad está entre los dos.
Oirían la primera misa en la capilla de los Desamparados, porque a doña Manuela, como buena valenciana, le parecía que ninguna misa del resto del año valía tanto como aquélla y después tomarían chocolate en un huerto de fresas, bajo un toldo de plantas trepadoras, recreándose el olfato con el olor de los campos de flores y el humillo del espeso soconusco.
Palabra del Dia
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