United States or Vanuatu ? Vote for the TOP Country of the Week !


Era muy ilustrado el P. Herrera, muy instruído, sabía de muchas cosas, y se perecía por la Botánica. Era de oírle cuando se soltaba hablando del movimiento religioso en Inglaterra y en los Estados Unidos.

Este hombre logró que le escuchasen con más rapidez que el ingeniero. Los asaltantes bajaron poco á poco de la casa para oírle de más cerca. ¿Qué hacen ahí? gritaba . ¡Se ha ido!... Yo la he visto en un coche con el señor Moreno, el del gobierno. Van á la estación á tomar el tren de Buenos Aires. Inmediatamente se ofrecieron varios jinetes de buena voluntad para alcanzarla en su fuga.

Al tiempo de acostarse, Miguel se vio obligado por más de media hora a oírle vomitar injurias contra su mortal enemigo. Al fin concluyó diciendo: «Por las buenas, Miguel, ya sabes que no hay hombre mejor que yo... ¡Pero por las malas, soy una fiera! Marroquín me las ha de pagar.

Don Fernando se sorprende sobremanera al oirle, y se propone desvanecer su error; pero su sagaz criado, Tacón, forma el plan de aprovecharse de esta circunstancia en ventaja de ambos; se esfuerza en hacer callar á su señor, y asegura al padre que quien tiene ante es verdaderamente su hijo, que ha perdido la memoria á consecuencia de una enfermedad penosa, y que, por esta razón, niega su identidad.

El cual, gustando de oírle decir tan grandes disparates, le preguntó que qué sentía acerca de los rostros de Reinaldos de Montalbán y de don Roldán, y de los demás Doce Pares de Francia, pues todos habían sido caballeros andantes.

La señora, al oirle, lanzó nuevos gemidos y comenzó a lamentarse, con grandes sollozos, de haber escapado. El extranjero sacó un reloj y murmuró: Tenía tiempo. No habrá encontrado nadie. Eso debe ser dijo Martín. Veremos si aquí podemos resistir algo repuso el extranjero. ¡Hermoso día! murmuró Martín. La verdad es que un día tan hermoso convida a todo, hasta que le peguen a uno un tiro.

En vano clamó el ciego largo rato pidiendo favor al cielo; en vano repitió el dulce nombre de María un sinnúmero de veces, acomodándolo a los diversos tonos de la melodía. El cielo y la Virgen estaban lejos, al parecer, y no le oyeron; los vecinos de la plaza estaban cerca, pero no quisieron oírle.

Cuando se hubieron reunido a su alrededor y los vio dispuestos a oírle, levantó bruscamente el velo bajo el cual se ocultaba su amigo, y les dijo con voz trémula y dolorosa: «Este es Carlos MunsterPero la palabra expiró en sus labios, sintió que las fuerzas le faltaban y cayó sobre el cadáver.

Siguió llamando apresurado, y al fin, a los golpes, vino el almacenero de la esquina, quien al encontrarse con el cura se sorprendió, y más al oírle decir: ¿Dónde está el enfermo? ¿Qué enfermo? El que vivía en este cuarto. ¡Si este cuarto no está habitado todavía!... ¡Hoy me lo alquilaron unos mozos, pero aun no han traído sino un catre!...

Había adquirido tanta destreza en la música, que me causaba placer el oírle; tocaba el arpa con tal perfección, que, con frecuencia, cuando estaba triste, dejaba yo de tocar y de acompañarle, para no perder una sola de las notas que producía; y con frecuencia también, en aquellos días en que su corazón estaba poseído de pena, hacíanme derramar lágrimas los sonidos que arrancaba a su lira; él mismo, maestro por la inspiración y el sentimiento, experimentaba la emoción que causaba.