Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de junio de 2025
Ya pensarían los dos lo que debía hacerse cuando llegase el momento. Quedaron en un silencio doloroso. Ella parecía ofendida de que se le quisiera obligar á violentas resoluciones: él pensaba de nuevo en el doctor, en aquella guitarra trovadoresca de que le había hablado el burlón Aresti al describir su vehemencia amorosa. Realmente, eran de razas distintas; sentían las pasiones de diverso modo.
Como Ramón iba al colegio, hacía cuentas en su pizarra y leía libros de estudio, Lita creía en su ciencia. Después de su mamá, nadie le inspiraba mayor confianza. Sin embargo, desencantada esta vez por su respuesta, protestó, con cierta reserva de gran dama ofendida: Pues yo creo que hay hadas. Mírola Ramón casi con lástima...
Enjuga, Lira, los ojos, Dexa que los tristes mios Se vuelvan corrientes rios Nacidos de tus enojos; Y aunque la hambre ofendida Te tenga tan sin compas, De hambre no morirás Mientras yo tuviere vida. Yo me ofrezco de saltar El foso y el muro fuerte, Y entrar por la misma muerte Para la tuya escusar.
Los Turcos, y Turcoples que eran los fieles á Rocafort, quedaron tan pasmados y atónitos del hecho, que no pudieron tomar resolucion. Los Almugavares estaban divididos, la mayor parte le amaba, la otra le aborrecía, pero toda la gente de estimacion y la nobleza, como la mas ofendida, era la que procuraba con muchas veras su perdicion.
Y, porque vieses que, siendo conmigo tan inhumana, no era posible dejar de serlo contigo, quise traerte a ser testigo del sacrificio que pienso hacer a la ofendida honra de mi tan honrado marido, agraviado de ti con el mayor cuidado que te ha sido posible, y de mí también con el poco recato que he tenido del huir la ocasión, si alguna te di, para favorecer y canonizar tus malas intenciones.
Pero la verdad era que el joven español se sentía apasionado de Carmen, la mayor de las hijas de la anciana, y que ella no se daba por ofendida con ser objeto de las amorosas ansias del mancebo.
Y doña Manuela, ofendida por la insistencia de su hijo, que tildaba de «quijotesca», se separó de él casi tan huraña y despreciativa como Conchita. Ahora sí que Juanito sentía a su alrededor un triste vacío. ¿Quién quedaba en aquella casa que pensase como él? Únicamente en los hombres había que buscar la vergüenza. Rafaelito y él eran los depositarios de la dignidad de la familia.
Sin embargo, la reina, por odio al duque de Lerma, ha podido bajar hasta decir á un hombre que pudiese servirla contra el duque: ¡esperad! ¡pero bajar más abajo! La reina tiene corazón. Es casada. Está ofendida. El rey la ama. El rey ama á cualquiera antes que á su mujer. Tengo pruebas del amor del rey hacia la reina; pruebas recientes.
Araceli me dijo con mucha sequedad es usted impertinente. ¿Acaso es usted hermano, esposo o cortejo de la persona ofendida? Lo mismo que si lo fuera repuse, obligándole a detenerse en su marcha febril. ¿Qué sentimiento le impulsa a usted a meterse en lo que no le importa? Quijotismo, puro quijotismo.
Sí repitió con acento apasionado , amo á una diosa humana, con toda mi alma, con todo mi corazón... y esa divinidad... ¡sois vos! ¡Yo! ¡imposible! Recordad que me turbé al veros. Eso nada prueba. Prueba que me habéis matado. Pero... caballero... dijo pálida y grave la Dorotea , creo que me tomáis por entretenimiento. ¿Me ofendéis...? Porque temo ser ofendida. ¿Qué encontráis de extraño...?
Palabra del Dia
Otros Mirando