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Actualizado: 29 de junio de 2025
Pues qué, ¿no podía ella ser todo lo santa que quisiese sin avergonzarse de mí, aunque fuese de un modo involuntario? ¿Si ella se hubiese criado en el abandono en que yo me crié, hubiera sido más que yo virtuosa y honrada? En el abismo de mi alma ocultaba yo mis cavilaciones. No hallaba términos con que declarárselas a Lucía, ni con qué darle al menos leve indicio de ellas.
Tal vez creía verle demasiado engolfado en sus aficiones políticas; no se ocultaba a sus ojos que absorbido por la vida pública, la tranquila dicha del hogar sería en su existencia lo secundario; pero también apreciaba claramente la diferencia inmensa entre un hombre que daba el pensamiento a trabajos de gloria y los figurines movibles que hasta entonces la rodearon.
Aquí vienen toda clase de personas; banqueros, generales... hasta ministros. Y viven tan ricamente y son felices en esta pobreza mientras curiosean su alma. El doctor examinaba el cuarto, de alto techo y desahogadas proporciones. Junto á la ventana, una mesa con dos sillas de paja. La cama de hierro se ocultaba tras un tabique bajo, con una cortinilla roja en la puerta.
La venganza que Mochi se reservó para hacer pagar a su discípula la infidelidad espontánea, que él mismo había provocado, pero que le dolía, fue dejarla ver que él lo sabía todo y que el Duque era su mejor amigo y protector. Los regalos que Serafina ocultaba no eran la mitad del provecho que de tales relaciones había sacado la compañía.
La joven se moría de placer deslumbrando de este modo, haciendo padecer a sus envidiosas conocidas. Porque el Duque no se ocultaba para prodigarle mil atenciones galantes, ni ella para ostentar un grado de confianza con él superior al de los demás de la familia. Gonzalo había observado, con secreto disgusto, aquella intimidad.
A los pocos pasos la superficie del suelo estaba á la altura de sus rodillas; más allá les alcanzaba al talle; luego á los hombros; y así se hundieron en la tierra, viendo únicamente sobre sus cabezas una estrecha faja de cielo. Estaban en pleno campo. Habían dejado á sus espaldas el grupo de ruinas que ocultaba la entrada del camino.
Cuando el tren se detuvo en la estación de Escorial, salió del coche sin darse cuenta de ello y emprendió como un autómata el camino del Sotillo. Estaba anocheciendo. En el cielo brillante e inmóvil centelleaban algunas estrellas. A su espalda la mole de la sierra se ocultaba entre cendales de un violeta profundo.
«Vamos á cuentas se decía una tarde, sentado en frente de la ventana de su cuarto, y mirando cómo se ocultaba el sol detrás de una montaña, entre vivísimos resplandores. Llevo en este pueblo tres meses; he gozado á mis anchas y con las ilusiones de un niño, es decir, he gozado cuanto es posible en esta vida de zozobras y de aprensiones, tres semanas.
Sanabre hablaba conmovido de la ansiedad con que aguardaba las cartas de Pepita; cómo las leía y releía; cuántas veces en mitad de su visita á los talleres, acometía su recuerdo la duda de una palabra, la sospecha de que tal párrafo envolvía cierta frialdad, y volaba de nuevo á su despacho, para deshacer el paquete amoroso, examinando atentamente la letra amada, como un jeroglífico que ocultaba su felicidad.
»Ya sabe usted que mi amada Magdalena ocultaba bajo su melancólica apariencia un corazón que no estaba reñido con la jovialidad y la alegría. No tardamos mucho rato en venir a parar al tema eterno y hablamos del matrimonio, aunque sin hablar ni una palabra de amor. »¿Qué cualidades había que poseer para conquistar el corazón de Magdalena? ¿A qué encantos podría rendirse el mío?
Palabra del Dia
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