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Actualizado: 3 de junio de 2025


La obstinación de estas naciones fué en gran parte originada de los españoles, cosa que no se puede traer á la memoria sin dolor y lágrimas, y por eso más quiero callarlo que escribirlo; y quien tuviere ánimo para leerlo, lo podrá ver en otros historiadores.

Mas no tardó mucho en venir sobre él la divina justicia que le esperaba en un desierto solo, sin que hubiese á quien volver los ojos; allí, pues, se le hinchó disformemente una rodilla y se le empezó á podrir, criando materia y gusanos y echando una hediondez intolerable, con que rabiando de dolor murió sin tener quien le diese aun la sepultura de las bestias, ya que había ido como una de ellas; y claramente conocieron todos que esto le había sucedido en pena á su obstinación, porque por más á prisa que fueron algunos neófitos á socorrerle, no llegaron á tiempo y sirvió su desgraciada muerte para que ninguno en adelante sacase el pie de la Reducción sin haber ajustado antes con Dios las partidas de su conciencia y pedido la bendición á la Santísima Virgen.

Buscando el modo de triunfar de la obstinación de Isabel, Fernando quiso ir a Madrid en busca de Carlos y del cardenal Bibbiena, en la seguridad de que sólo ellos podrían vencerla. Tenía ya Fernando decidida su marcha, cuando tropezó con un nuevo obstáculo que hacía inútil su viaje. El duque de Carvajal, su padre, hízole saber su resolución de no consentir su matrimonio con Isabel.

Claro está que los concluiríamos mil veces y redargüiríamos con evidencia, pero de que sirve todo con la obstinación arrestada: si concedida la mayor y la menor, sabe ella negar la consecuencia o con una risa falsa y proterva o con decir, que aquello era más sutileza y sofistería del ingenio, que solidez de la verdad.

Este fué el premio que se dió á la milicia mas invencible y victoriosa de aquella edad, y que sirvió por largos veinte años á tres Reyes, Pedro, Jaime y Fadrique, alcanzando de sus enemigos cinco victorias navales, tres en tierra, sin otros encuentros notables, y sin las expugnaciones de fuertes y grandes pueblos, y otros defendidos con loable obstinacion y valor increíble.

El choque entre aquellos dos caracteres, de igual obstinación y fiereza, era ineludible. Vino pronto y vino con una serie de pequeños desabrimientos que hicieron desaparecer en un instante del corazón de la joven los fugaces destellos de amor que su marido le había inspirado. En él duró más tiempo la pasión.

Su carácter sombrío hasta el exceso presentaba de día en día ángulos más vivos; su rostro, gesto más impenetrable; y en toda su persona se definía mejor el aspecto de empecinamiento y de obstinación en una idea fija.

Aunque ella creía haber disipado todos los celos de don Paco y haberle inspirado confianza bastante para que no la vigilara, todavía temió que don Paco, o la viese en compañía de don Andrés o supiese por alguien que iba en su compañía, y aunque contra ella no formase queja, acabase por ofenderse de la obstinación con que don Andrés la perseguía y rompiese con él de una manera estruendosa.

»Cuando esta mañana me ha explicado el doctor cómo había pasado la noche su hija, según suele hacerlo cotidianamente antes de entrar yo en su cuarto, le cuenta de la obstinación que mostraba Magdalena por oír el vals en cuestión. Reflexionó unos instantes, al cabo de los cuales, respondió: » ¡Ya te lo decía yo! ¡Ya ves cómo eran ciertos mis temores!

¿Sabes dónde está el mal de todo? dijo sordamente después de larga pausa . En que mi familia me privó, sin razón, de casarme con ella. ¡Qué obstinación tan estúpida! Se empeñaban en que yo estaba perdidamente enamorado de esa mujer. ¡Qué había de estar enamorado!... Lo que yo quería era dar una madre a mis hijos, ¿sabes? Nada más que eso. Ellos hubieran sido felices y yo también.

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