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Actualizado: 15 de junio de 2025
Una tarde del mes de Junio se hallaba el conde en la Granja inspeccionando el trabajo de algunos obreros, que tenía ocupados en abrir una acequia más ancha para el molino. El mozo encargado del ganado vino a decirle que una señora preguntaba por él. ¿Una señora? exclamó sorprendido. ¿No la conoces?
Eran compañeros suyos de las cofradías de Bilbao, piadosos señores que se preocupaban más de los pensamientos de los obreros que de su trabajo, y valiéndose de ciertos espionajes de taller, los tenían sometidos á continua vigilancia, clasificándolos según sus creencias.
Pepeta pasó entre los obreros de los arrabales que llegaban con el saquito del almuerzo pendiente del cuello, se detuvo en el fielato de Consumos para tomar su resguardo unas cuantas monedas que todos los días le dolían en el alma , y se metió por las desiertas calles, que animaba el cencerro de la Ròcha con un badajeo de melodía bucólica, haciendo soñar á los adormecidos burgueses con verdes prados y escenas idílicas de pastores.
Marcaban el número de perforaciones que los dos barrenadores harían en la piedra y la duración de la apuesta. Olvidaban las minas y el malestar de los obreros, para no pensar más que en este desafío de destreza y vigor. Era la apuesta más famosa de cuantas habían concertado aquellos hombres, en su afán de arriesgar al dinero que con tanta facilidad llegaba á sus manos.
El trabajo y la honradez es lo de menos para los que dirigen la casa. Los trabajadores que no son religiosos van á la calle, y los talleres se llenan poco á poco de hipócritas, que trabajan como saben ó quieren, pero que son respetados porque van á misa y se inscriben en las sociedades de obreros católicos.
Amo a los obreros, su alimento y sus costumbres y terminó con acento vehemente, mientras que sus lágrimas caían : Soy la novia de un obrero que vivirá junto con mi padre y que me ayudará a cuidarle. Godfrey fijó la vista en Nancy; tenía el rostro encendido y sus ojos dilatados le ardían.
Ya he visto bastante dijo con acento de cansancio. Esto es un gran espectáculo... para el invierno. Allí, á cielo raso, oyendo de lejos el estrépito de las máquinas, viendo cruzado el espacio por las columnas de humo de las chimeneas, gozaban los dos de la frescura del crepúsculo. Es una vida dura dijo el doctor, que seguía pensando en los obreros del fuego.
Parecían obreros de una fábrica de metalurgia, fundidores y ajustadores, con pantalones y chalecos de pana. Llevaban los brazos descubiertos, y algunos, para marchar sobre el barro con mayor seguridad, calzaban zuecos de madera. Eran antiguos trabajadores del hierro incorporados por la movilización á la artillería de reserva.
Mi piel no sabe ya lo que es ruborizarse, ni mis oídos se escandalizan por una palabra más o menos fina. Ya me pueden llamar perra judía; lo mismo que si me llamaran la perla de Oriente; todo me suena igual... No veo más que mi objeto, y me voy derechita a él sin hacer caso de nada. Esto me da tantos ánimos que me atrevo con todo. Lo mismo le pido al Rey que al último de los obreros.
En un incendio terrible, un niño de cuatro años, hijo de obreros, había quedado solo en una pieza del cuarto piso. Las llamas rodeaban el edificio entero; el bombero toma una escalera y después de esfuerzos inauditos, medio abrasado, alcanza la ventana desde la que el niño, enloquecido por el terror, pedía auxilio. Pero el fuego consumió la escala.
Palabra del Dia
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