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Actualizado: 29 de julio de 2025
Todos los demás pretendientes me inspiran aversión y asco. Apolonio examinaba los papeles escritos. Estos son versos míos bisbiseó. Ya lo sé. Pero estos versos no están escritos por mí. Son copias; y la letra es de don Anselmo Novillo. Agua pudo apenas articular Felicita, en tanto se desplomaba exánime sobre el diván.
19 Y le quitará todo el sebo, y hará de él perfume sobre el altar. 20 Y hará de aquel novillo como hizo con el novillo de la expiación; lo mismo hará de él; y así los expiará el sacerdote, y obtendrán perdón. 22 Y cuando pecare el príncipe, e hiciere por yerro [algo contra] alguno de todos los mandamientos del SE
Hablaba con resignación de los retrasos sufridos en su fortuna por culpa de las guerras. «Blancos» y «colorados», en sus correrías, se le habían comido los mejores animales de su estancia. Muchos iban a la guerra por el placer de mandar sable en mano, como si fuesen dueños, en las mismas tierras donde trabajaban de peones en tiempos de paz, por el gusto señorial de matar un novillo y comerse la lengua, abandonando el resto a los cuervos.
Así que, sospechando que pérfidamente se lo habían trocado en el chiquero, cambiaron repentinamente el color fresco y sonrosado de sus mejillas por un blanco mate nada vistoso. Y por un movimiento simultáneo, que probaba la unidad de sus convicciones, se pegaron todos a la barrera y colocaron el pie en el estribo, preparados a cualquier evento. El novillo se disparó contra uno de ellos.
14 Hizo luego llegar el novillo de la expiación, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del novillo de la expiación, 17 Mas el novillo, y su cuero, y su carne, y su estiércol, [lo] quemó con fuego fuera del real; como el SE
Donde antes vivía un novillo colocaba ahora tres. «La mesa está puesta decía alegremente . Vamos en busca de nuevos convidados.» Y compraba á precios irrisorios el ganado desfallecido de hambre en los campos naturales, llevándolo á un rápido engordamiento en sus tierras opulentas. Una mañana, Desnoyers le salvó la vida.
Los cocineros y cocineras pasaban de cincuenta: todos limpios, todos diligentes y todos contentos. En el dilatado vientre del novillo estaban doce tiernos y pequeños lechones, que, cosidos por encima, servían de darle sabor y enternecerle. Las especias de diversas suertes no parecía haberlas comprado por libras, sino por arrobas, y todas estaban de manifiesto en una grande arca.
¿Decía usted...? comenzó Novillo. Decía que aquí, en general, no se aprecia el valor artístico del calzado. Yo, se le digo a usted con toda reserva, me creo postergado. No se me hace justicia. Ni como zapatero, y no digamos como poeta dramático. ¿Por qué se figura usted que soy zapatero? Porque soy poeta dramático. ¿Por qué se figura usted que soy poeta dramático? Porque soy zapatero.
Soltáronle en efecto. Pero como quiera que los novillos no valgan nada cuando no hacen alguna de las suyas, amotinose en la plaza la parcialidad contraria a nuestro jaque, clamando que para eso no se sacaba el novillo, y el que no supiese torear la pagase, y que había sido una mala partida meterse entre dos que riñen a su salvo: que aquello de ayudar al capeador había sido una alevosía contra el toro; y aun es fama que alguno de los más leídos, que debía ser sobrino del cura, trató aquello de traición semejante a la de Beltrán Claquín, como le llama nuestro Mariana, cuando, volviendo lo de abajo arriba, dijo en Montiel: Ni quito ni pongo rey.
Novillo sacó el reloj y encendió un mixto. Son las doce. Llegaremos a Inhiesta a las siete de la mañana. Tan lejos.... Pues es cosa que nos acomodemos para descabezar un sueño. Estoy inquieto, amigo Apolonio. La humedad y el frío me sientan malísimamente. He olvidado traer una manta de viaje. Pero, ¿qué le hemos de hacer? Procuremos dormir.
Palabra del Dia
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