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Actualizado: 29 de julio de 2025
En cuanto a Oliverio a quien sólo le he presentado en los escaños del aula, imagine usted un mozo amable, un poco raro, muy ignorante en materia de lecturas, muy precoz en todas las cosas de la vida, de aire desenvuelto en sus actitudes y en sus palabras, no sabiendo nada del mundo y adivinándolo todo, copiando sus formas y adoptando ya sus prejuicios; figúrese usted algo inusitado, un afán singular, jamás risible, de anticiparse a su edad y ser todo un hombre improvisado a los diez y seis años escasos; algo naciente y maduro, artificial y seductor, y comprenderá cómo mi tía pudo encantarse de mi amigo, hasta el punto de disimularle ciertos defectos de escolar, atendiendo que eran el único resto de niñez que aún conservaba.
9 Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu juventud; y anda en los caminos de tu corazón, y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te traerá Dios a juicio. 10 Quita pues la tristeza de tu corazón, y aparta el mal de tu carne; porque la niñez y la juventud son vanidad.
Sin que ella los provocase, acudían a su memoria recuerdos de la niñez, fragmentos de las conversaciones de su padre, el filósofo, sentencias de escéptico, paradojas de pesimista, que en los tiempos lejanos en que las había oído no tenían sentido claro para ella, mas que ahora le parecían materia digna de atención.
¡Bruto! ¡Salvaje!... ¡Ruso! Le pareció esto poco, y se mantuvo silenciosa un segundo, buscando una injuria mayor. Los recuerdos de la niñez le dieron ayuda; las leyendas oídas allá en sus tierras á los mestizos le sugirieron un nuevo insulto, como si Miguel Fedor fuese Hernán Cortés. ¡Español!... ¡Asesino de indios!
»Me acuerdo aún de los juegos y las caricias de nuestra niñez, pasada en la hermosa quinta que usted posee en Ville d'Avray, ante los benévolos ojos de la señora Braun. »Magdalena y yo aprendimos allí a tutearnos.
Eran bebés que habían vivido en las casas de los ricos, y con una mejilla rota o faltos de una pierna esperaban en el Rastro su segunda campaña, ofreciéndose a la niñez pobre, a los pequeñuelos de la miseria, obligados a buscar su alegría en este estercolero.
Su niñez, sin embargo, no ha sido muy dichosa. Su antigua criada, Marivette, me ha contado que la Boivic era muy seca y hasta dura para su sobrina, que nunca ha conocido caricias ni indulgencia. La muchacha, sin embargo, tiene tan buen corazón, que siente a su tía como si nunca hubiera tenido que sufrir su mal humor. Nos vamos dentro de dos días.
De edad de quatrocientos y cincuenta años, que no hacia mas que salir de la niñez, disecó unos insectos muy chicos que no llegaban á cien piés de diámetro, y se escondían á los microscopios ordinarios, y compuso acerca de ellos un libro muy curioso, pero que le traxo no pocos disgustos.
Era el famoso Quico Bolsón, el héroe del distrito, un roder con treinta años de hazañas, al que miraba la gente joven con terror casi supersticioso, recordando su niñez, cuando las madres decían para hacerles callar: «¡Que viene Bolsón!» A los veinte años tumbó a dos por cuestión de amores; y después al monte con el retaco, a hacer la vida de roder, de caballero andante de la sierra.
No confunda usted la debilidad de la senectud con la de la niñez: ambas son debilidad; las causas son, no obstante, diferentes; esa franqueza, esa aparente confusión y nivelamiento extraordinario, no es el de una sociedad que acaba, es el de una sociedad que empieza, porque yo llamo empezar... ¡Oh! sí, sí, entiendo. ¡C'est drôle! ¡C'est drôle! repetía mi francés.
Palabra del Dia
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