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Actualizado: 7 de junio de 2025


¡Tengo tanta necesidad de reposo, pobre nena mía! ¿Por qué no me llevas contigo? ¡Ay, si pudiera!... murmuró Fabrice. ¡Anda, llévame, papacito! ¡No es posible, alma mía!... ¡Anda... vete a dormir!... ¿Te vas por mucho tiempo? continuó la niña. Por... alguno... Todavía no lo fijo... ¡Anda... anda a dormir, hija mía! Jacques dio un beso a aquel querubín.

Un día hablaron también de Jacinta... No gustaba Juan que la conversación fuese llevada a este terreno; pero Fortunata, siempre que tenía ocasión, íbase a él derecha. A sus preguntas, contestaba el otro evasivamente. «Mira, nena; deja a mi mujer en su casa». Pues asegúrame que no la quieres. La quiero, ... ¿a qué engañarte?... pero de una manera muy distinta que a ti.

Leyó después la de su padre, escrita el jueves, antes de sentirse mal; las de sus hermanas, entre las que recibió una de la «nena» en que le pedía que al regresar de la estancia le llevara «un pichón de paloma pero que sea todo blanco»; las de sus amigos que invariablemente lamentaban su «partida en secreto, como si no quisieras despedirte»; y luego empezó a leer, por orden de fechas, las cartas de su novia.

Nélida, ¡por Dios! baja de la ventana. Pero ella reía de su miedo, segura al mismo tiempo de la fuerza con que la mantenían sus brazos. «¡Ah... ah... ah!» Y echaba el cuerpo atrás, en el vacío, con tal ímpetu, que Ojeda hubo de hacer grandes esfuerzos para sostenerla. Di que si yo cayese te echarías de cabeza para salvarme... Di que morirías por tu nena...

La respuesta fue cariñosa, pero evasiva. ¡Si lo que la nena anhelaba saber era un devaneo, una tontería...!, cosas de muchachos. La educación del hombre de nuestros días no puede ser completa si este no trata con toda clase de gente, si no echa un vistazo a todas las situaciones posibles de la vida, si no toma el tiento a las pasiones todas.

Mi mayor gusto es estar al lado de mi adorada nena decía sin mirarla . Te amo con delirio como se dice en los dramas. Bendita sea mi madrecita... que me casó contigo... Hincósele delante y le besó las manos. Jacinta le observaba con atención recelosa, sin pestañear, queriendo reírse y sin poderlo conseguir.

Su fisonomía se alteraba al divisar el niño; y éste, arrastrándose por el suelo, olvidando sus travesuras diabólicas, sus latrocinios, su afición al establo, se emboscaba a la entrada de la capilla para ver salir a la nena y hacerle mil garatusas, que ella pagaba con risas de querubín, con júbilo desatinado, con el impulso de todo su cuerpecillo proyectado hacia adelante, impaciente por lanzarse de brazos del ama a los de Perucho.

Y ella decía que , mirando al amante con sus ojazos tristes, mientras se llevaba a la cara el mazo de violetas, oliéndolo con delectación. Nogueras carraspeó con insistencia llamando a Maltrana. La entrevista se prolongaba demasiado: otro día, más. Isidro cogió la mano amarillenta que ella le tendía. Adiós, Feli... Adiós, nena. Volveré. La enferma le recordó su promesa.

Contempláronse unos instantes, ella con expresión maliciosa y triunfante, él con gratitud y gozo reprimidos. ¡Si siempre lo he dicho yo! ¡Si no hay otra como mi nena para saber querer!... Ven aquí, deja que te las gracias, rica mía; deja que te adore de rodillas.

Pero cuando vio por segunda vez a Feli empaquetar su trabajo soplando de fatiga, resignada, con sonrisa triste, sintió hondo remordimiento. Deja eso, nena murmuró avergonzado . Yo lo empaquetaré, yo te lo llevaré hasta la puerta de la tienda. Es una canallada permitir que vayas sola... La pobre aún se resistió a aceptar esta ayuda.

Palabra del Dia

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