Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de octubre de 2025


Dios te oiga... Se me arranca el alma de verte penando... con un hombre que no quieres... ¡qué traspaso! Chavala querida, muérete, y vente conmigo. Verás qué bien vamos a estar las dos allá. ¡Porque te quiero tanto...! Dame un abrazo, hija, y muérete conmigo. No lo digas mucho balbució Fortunata conmovidísima, acariciando a su amiga . Bien podría ser que me muriera pronto.

Con todo esto nos sitiaron, y ganaron los pozos aquel día. La pérdida de estos pozos fué toda nuestra ruína, porque si los manteníamos, como era razón que se hiciera, no se nos muriera la gente de sed ni se huyera á los enemigos.

Adriana le pegaba por una rivalidad pueril. Estaban solas en el patio de la casa y junto a la habitación donde el padre muriera algunos meses antes.

He aquí la substancia de su relato: Ángel era el menor de varios hermanos suyos, a quienes no llegó a conocer, porque murieron siendo muy niños. El temor de que también él se muriera, fue causa de que le guardaran sus padres como oro en paño. Cualquier otro en su lugar se hubiera perdido con lo que se hizo con él por el afán de conservarle.

Aunque a D.ª Laura nada debía, antes muriera que pedirle dinero, después del atroz desaire recibido de ella. No se atrevía tampoco a acudir a Joaquín Pez. Salió. Mariano se quedó solo. Por no ser excesivo el número de sillas que en el cuarto había, estaba sentado en un baúl bajo. A su lado, en un rincón, vio paquetes de papeles viejos liados fuertemente con bramante.

«¡Qué baile! ¡Que pregone La Correspondencia» clamaron todos. Migajas se sintió desfallecer. Era en él tan poderoso el sentimiento de la dignidad, que antes muriera que pasar por la degradación que se le proponía.

Dióme mil abrazos y otro pollo para , y yo fuíme con él adonde había dejado sus compañeros, e hice hacer en casa de un pastelero una cazuela, y comímelos con los demás criados. Supo el ama y don Diego la maraña, y toda la casa la celebró en extremo. El ama llegó tan al cabo de pena que por poco se muriera, y de enojo no estuvo a dos dedos a no tener por qué callar de decir mis sisas.

, vivía, vivía siempre. Su seno se levantaba y se bajaba bajo la acción de una respiración corta y precipitada. Parecía más viva que nunca. Y, de repente, vi una llamarada que pasó ante mis ojos y creí leer, enfrente, en la pared, estas palabras: ¡Oh, si ella muriera! , era eso, esas eran las palabras. ¡Oh, si ella muriera! ¡Oh, si ella muriera!

Si se muriera de pena por verse así desdeñada, o si rabiosa agarrase un cordel y se colgase de una viga, créeme, tus remordimientos serían peores que las llamas de pez y azufre de las calderas de Lucifer. ¡Qué horror! No quiero que se desespere. Me revestiré de todo mi valor: iré a verla. ¡Bendito seas! Si me lo decía el corazón. ¡Si eres bueno! ¿Cuándo quieres que vaya?

33 Entonces el rey se turbó, y se subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío! 1 Y dieron aviso a Joab: He aquí el rey llora, y pone luto por Absalón.

Palabra del Dia

pacificadoras

Otros Mirando