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Actualizado: 10 de junio de 2025


Aresti, llevando al lado á Goicochea en el mullido carruaje del millonario, pasó por varias calles de la Bilbao tradicional, admirando sus tiendas antiguas, adornadas lo mismo que en los tiempos de su niñez. Era igual el olor de zapatos nuevos y telas multicolores fuertemente teñidas. El carruaje comenzó á ascender penosamente por la áspera cuesta de Begoña. Terminaba el desfile de casas.

Desde dos o tres casas dejaron caer sobre ella un diluvio de flores, cuyos pétalos multicolores esmaltaron un instante la tela blanca del vestido: algunos quedaron enredados en el cabello. La gente aplaudía. ¡Mujer, la vocación de esta niña edifica! ¡Ay, dichosa de ella!..., ¡quién estuviese en su lugar!

En vano insistían para hacerla bajar al minúsculo jardinillo en el que florecían algunas dalias multicolores y un modesto cuadro de rosales. ¡Están tan débiles mis piernas! gemía. Además, necesitaría que mis negritos me llevaran como en otro tiempo en mi hamaca.

El pelo negro separábase en dos crenchas sobre la frente y se perdía bajo un pañuelo blanco anudado en el mentón, volviendo a surgir atrás en forma de trenza larga y enorme, con adorno de cintas multicolores que tocaban el borde de la falda. La muchacha, con una cestilla al brazo, permanecía inmóvil en el borde de la acera, admirando las altas casas y las terrazas de los cafés.

Ramiro atisbaba un tufo de Oriente; todo trascendía para él a magia, a nigromancia, a Alcorán; y el odio religioso, exaltado por su remordimiento, le contraía el corazón cuando atravesaba los barrios de la morería, entre las covachas atestadas de sedas multicolores, de bonetes de grana, de cereales, de especias, de perfumes.

Y Gallardo respiró al decir esto, como si se librase del peso de un gran miedo. Entraron en la casa de doña Sol. El patio era de estilo árabe, recordando sus arcadas multicolores de fina labor los arcos de herradura de la Alhambra. El chorro de la fuente, en cuyo tazón coleaban peces dorados, cantaba con dulce monotonía en el silencio vespertino.

Las mismas paredes enjalbegadas, pero aquí menos blancas, ahumadas por el vaho nauseabundo del combustible animal, rezumando grasa por el continuo roce de los cuerpos sucios. Iguales escarpias en los muros, y colgando de ellas todo el ajuar de la miseria, alforjas, mantas, jergones destripados, blusas multicolores, sombreros mugrientos, zapatos pesados de innumerables remiendos con clavos agudos.

Desfilaron primeramente las diversas imágenes de los pueblos con su acompañamiento de devotos. Habían venido éstos de muchas leguas de distancia, bajando las montañas como rosarios de hormigas multicolores. Los hombres, al abandonar su caballo con alas de cuero y lazo formando rollo á un lado de la silla, marchaban con una torpeza de centauro, haciendo resonar á cada paso sus enormes espuelas.

Eran algo mayores que pichones, casi del tamaño de gallinas, con la cabeza de un amarillo dorado en la parte inferior y verde oro en la superior; el dorso era castaño con reflejos también dorados, la cola rizada, de tonos multicolores, lo mismo que las alas, de debajo de las cuales les salían como una especie de borlas de fino plumón amarillo pálido con reflejos plateados.

Eran mantelerías con calados sutiles semejantes a telas de araña; pañuelos de seda de tonos feroces que daban a los ojos una sensación de calor; kimonos con aves y ramajes de oro; leves pijamas que parecían confeccionados con papel de fumar; almohadones multicolores como mosaicos; velos blancos o negros recamados de plata que traían a la memoria las viudas trágicas de la India subiendo al son de una marcha fúnebre a la hoguera conyugal.

Palabra del Dia

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